1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... no… —comencé a excusarme de nuevo, recibiéndolo a desgana, cuando entonces escuchamos a Beto.
    
    —¿Pero qué carajos haces? –le gritó al chico, y, abalanzándose sobre nosotros lo apartó de mí de un tirón, y si no lo hubiera detenido seguro que lo golpea también.
    
    —¡No, no, Beto, no le pegues, fue mi culpa! –le grité también, interponiéndome entre los dos.
    
    —¡Anda, lárgate de aquí! –lo amenazó sin hacerme mucho caso, mirándolo furioso, por lo que el chico, nervioso y espantado de verdad, tan sólo tomó su mochila y bajó corriendo las escaleras, saliendo luego de la casa.
    
    Yo me quedé de pie, muda, avergonzada, confundida, mientras él me miraba resoplando, enojadísimo, haciendo todo tipo de gestos.
    
    —¿Cómo te atreves a traer a un tipo a la casa? –me espetó al fin, apretando mucho los puños.
    
    —Yo no… sólo estábamos trabajando… y, de pronto, no sé… ¿y qué me dices tú de traer a nadie a la casa, y las tipas que tú metes? –le repliqué, con la voz algo quebrada, atreviéndome a mirarlo de frente.
    
    —No es lo mismo… mierda…
    
    —¿No, y eso por qué?
    
    —Porque… porque no importa, sólo me divierto un poco y ya… además, yo soy hombre… y… bueno… —balbuceó, atolondrándose, sin saber qué hacer con las manos.
    
    —Sólo tenía curiosidad, ni siquiera… —dije luego, sintiendo como me traicionaba la voz, a punto de ponerme a llorar.
    
    —¿Cómo puede gustarte un tipo así, parece un renacuajo?
    
    —No me gusta, somos amigos y ya… nunca…
    
    —¿Nunca qué?
    
    —Nada, la verdad es que no íbamos a hacer nada.
    
    —H’m –murmuró, todavía molesto, mirando alrededor.
    
    —De veras que no me gusta, él no es muy… bueno… no sé… como tú –dije unos momentos después, mirando nerviosa al piso.
    
    —Sí, ni que lo digas.
    
    Se pasaron unos segundos en silencio, en calma, los dos parados frente a frente, más calmados aunque incómodos como nunca.
    
    —Perdona… es que… ¿sabes que no es lo mismo, verdad? –me preguntó al cabo Beto, relajados ya los hombros.
    
    —Sí, supongo –le repliqué sin mirarlo, apenada como si en realidad hubiese hecho algo malo.
    
    —No me gustaría que… no sé, que te lastimaran –me dijo luego, levantando una mano y acariciando mi barbilla.
    
    —Sí, ya sé.
    
    —Tienes que tener mucho cuidado, tontita –prosiguió, sonriéndose al fin, tratándome como hacía a veces en femenino, aunque sin el usual tono de burla—. Aunque parezca que no muerden, todos al final piensan una sola cosa, y hay tanto piche loco por ahí.
    
    —Ji, ji, sí… tú, por ejemplo –le contesté, tomando su mano que seguía acariciándome.
    
    Nos miramos a los ojos, inquietos, su rostro a apenas unos centímetros del mío, con nuestros dedos entrelazados, y suspiré, sintiendo un cosquilleo en la boca del estómago… y en mi colita, pero, antes de que pudiera siquiera pensar en ello, escuchamos llegar el auto de nuestros papás, por lo que de inmediato nos separamos.
    
    A lo mejor desde antes ocurría y no me había dado cuenta, pero, a partir de ese momento pude notar cómo él me miraba a veces de forma extraña, me rozaba con ...
«12...789...18»