1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... autorecriminaciones, miedos, arrepentimientos, había acabado por comprender que las chicas definitivamente no eran lo mío, no me llamaban para nada la atención, y, en cambio, se fue desarrollando en mí una curiosidad enorme por el pene, a veces veía a los chicos con discreción y me fijaba en su entrepierna, buscaba en revistas y miraba fotos de hombres en traje de baño, y luego, al ver por primera vez una porno (que por pura casualidad encontré en el cuarto de mi hermano) y mirar el acto sexual tal cual era, toda mi libido se concentró no en ella sino en él, en su verga grande y hermosa, y me imaginé ser la chica, desee tanto ser ella y que un hombre grande y peludo como aquel me penetrara, que de inmediato hallé una forma de hacer el dildo y no dejé ya de usarlo, aumentándolo incluso de tamaño cada cierto tiempo, conforme más y más mi ano se habituaba.
    
    En todo caso, ya casi para terminar la prepa fue que comencé a usar bragas y brasier todos los días, con todo tipo de precauciones y pese al miedo que me daba que me pescaran. Usaba dos o tres playeras oscuras, sin importar que hiciera calor, y hasta encontré a otro chico de la escuela con cierto parecido a mí, es decir, muy delicado, siempre amable y dulce, con quien comencé a platicar mucho y de todo, llevándolo a la casa algunas veces para hacer tareas, estudiar, ante la mirada suspicaz de mis padres, quienes evidentemente se daban cuenta de su demasiada delicadeza, aunque, quizá recordando su pasada ‘metida de pata’, asumiendo algo demasiado pronto, mi mamá procuró no decir nada.
    
    Me caía muy bien y nos la pasábamos muy a gusto, claro que sí, hubo una temporada en que andábamos juntos por todos lados mas, a diferencia de lo que se cuchicheaba por la escuela, la verdad no me sentía atraída para nada hacia él, ni siquiera se me ocurrió, lo habría sentido raro, era como si no viera a un hombre en él sino una amiga, y de ahí que me desconcertara tanto cuando un día, creyendo estar a solas en la casa, tras llevar extrañamente la plática a terrenos más íntimos, de pronto intentó besarme.
    
    No me le opuse, pero tampoco le respondí, tan sólo me dejó aturdida, sin saber qué decirle.
    
    —¿Qué haces? –le pregunté con una risa nerviosa, sonrojada hasta las orejas.
    
    —¿No quieres?
    
    —¿Qué cosa?
    
    —Besarme, claro… yo hace mucho que quiero hacerlo –me respondió, acercándose de nuevo a mí y plantando sus labios en los míos.
    
    —No… espera… ¿qué tal si alguien nos ve? –lo aparté de nuevo, no queriendo ser grosera, sin ninguna real gana de besarlo.
    
    —¿Quién, no dijiste que estábamos solos?
    
    —Sí, claro… pero… es que… no sé –susurré nerviosa, confusa, pues, a final de cuentas, aunque delicado él era ciertamente un chico, un chico con quien, en ese justo instante, si así yo lo quería, habría podido… coger, hacer eso que tanto había soñado por años… pero no lo sentía bien.
    
    —Me gustas mucho –siguió diciendo él, acariciando los cabellos de mi frente y buscando de nuevo mi boca.
    
    —Perdona… es que yo ...
«12...678...18»