1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    Pasaba de media noche, de hecho, debían ser más de las tres, cuando de pronto los golpes en la puerta me hicieron levantarme con el corazón dándome un vuelco.
    
    Un momento después, sin aún recuperarme del espanto, volvieron a tocar, más fuerte todavía.
    
    Tomé el bat que tenía siempre a un lado de la cama, con cuidado me acerqué a la puerta y… volví a pegar un brinco cuando tocaron otra vez.
    
    —¡Ábreme, carajo, soy yo! –escuché decir entonces a mi hermano, que seguramente ebrio no había encontrado otro lugar a dónde ir.
    
    Me molesté, pensé en no hacerle caso e irme de nuevo a la cama, pero volvió entones a tocar, otra y otra vez, gritando, seguro que acabaría despertando a los vecinos y no se iría, así que, resignada, corrí los dos cerrojos y le abrí.
    
    —¡Ey, hermanita!, ¿qué haces? –me dijo al verme parada en el umbral, todavía con el bat en la mano.
    
    —¿Sabes qué hora es, borracho?
    
    —Pues… temprano, muy temprano, creo –dijo, divertido y, sin mayor ceremonia entró, haciéndome a un lado—. ¿Ibas a pegarme con eso?
    
    —A lo mejor debería.
    
    —Ay, hermanita, no espantas ni a una ardilla. ¿Tienes algo de comer? –dijo burlón, mirándome de arriba abajo.
    
    —¿De dónde vienes?
    
    —Pfff… de por ahí… no sé, ¿estás muy ocupada?
    
    —Estaba durmiendo, menso, son las tres de la mañana.
    
    —Sí, ya… perdón, soy un imprudente desconsiderado, ‘mammuasel’ —se disculpó, haciéndome una tonta reverencia.
    
    —¿Por qué no te fuiste con tu novia?
    
    —Mmhh… ¿qué novia? –respondió él, haciendo un gesto de disgusto o impaciencia.
    
    —¿Se volvieron a pelear?
    
    —No sé, ella se peleó, gritó, creo; la verdad no le puse mucha atención, en cuanto empezó a decir disparates me fui y ya no supe en qué acabó el pleito –dijo, volviéndose a sonreír, desvergonzado, acabando por sentarse en uno de los bancos de la barra de la cocina.
    
    —Esto no es un hotel, ¿sabes? No puedes venir nomás cuando se te pegue la gana.
    
    —No me regañes, tengo hambre, anda, dame algo de comer –me replicó, enfurruñándose, como hacía cuando éramos niños, así que yo, perdido ya el sueño de todos modos, suspiré y encendí la luz.
    
    —¡Aauch!, avisa –se quejó, intentando proteger sus ojos de la repentina luz. Sólo entonces pude ver los golpes que tenía.
    
    —Ay, Beto, ¿y ahora con quién te peleaste? –le pregunté, yéndome de inmediato a su lado y revisándole las heridas.
    
    —Con nadie, ya te dije, yo nunca me peleo con nadie, son ellos los que se pelean conmigo –volvió a bromear, mirándome divertido.
    
    —Mira nada más esto, a lo mejor necesitas unos puntos –le dije, mirando una fea cortada en el pómulo.
    
    —Naah, ¿para qué? Lo que necesito es comida, mujer, dame comida, cumple con tus deberes.
    
    —Gracioso.
    
    —Je, je. Anda, en serio, dame algo de comer.
    
    —Okey, ¿una hamburguesa está bien?
    
    —Mientras no sea de esas cosas vegetarianas que luego compras.
    
    —No, es de res, pero es de las congeladas.
    
    —Vale, ¿y una cervecita no tendrás? –me miró pícaro, divertido, rascándose inconsciente la ...
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