1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... mejilla y, como autómata, sin saber qué hacer, me senté entre ellos, asustada, apenas abriendo la boca y recibiendo también una lata de cerveza, que uno de los chicos me tendió.
    
    Alguien puso luego música, trajeron la carne, unas tortillas, una lata mal abierta de frijoles, y en platos de cartón se sirvieron con desorden, comiendo con desparpajo entre risas y gritos, platicándose cosas de sus partidos, sobre lo que pasó esa vez o aquella otra, comentando luego algo chusco, otro se quejaba después sobre cierta mala defensa, discutían, a todo lo cual yo sólo sonreía boba, probando apenas la cerveza, llevándoles servilletas, calentando más tortillas u ofreciéndoles algo de salsa nomás por hacer algo.
    
    Uno de ellos entonces, queriendo quizá integrarme más a la plática me preguntó cómo es que nunca había ido a los partidos, y yo, mirando antes a Beto, controlando y modulando como pude mi voz, sólo le dije:
    
    —No sé, no me gusta ver cómo se pegan… es decir, no pegarse sino… bueno, es que se lastiman tanto.
    
    —Naah, es puro juego, y luego aquí el capitán seguro que no se lastima con nada –me dijo el chico, señalando con su lata a Beto.
    
    —Ja, ja, eso espero –se carcajeó Beto, dando otro trago.
    
    Así, de alguna forma u otra, contestando escueta pero sonriente a lo que me preguntaban, tomando a sorbitos mi cerveza y hasta aceptando algo de carne, me la pasé entre ellos largo rato, entretenida sin darme cuenta. Si bien nunca perdí cierto mínimo recelo, actuando en todo momento con precaución, conseguí relajarme lo suficiente; es decir, pese a su aspecto rudo, no eran más que chicos de bachillerato dándose ínfulas de hombres, eran incluso menores que Beto, y con él ahí a mi lado dejé de tenerles miedo.
    
    Al final se estuvieron algo más de tres horas, acabadas las cervezas y sin dejar un gramo de carne, ni una sola tortilla, divertidos, relajados, un par de ellos preguntándome siempre cosas, hasta que, cansada pero sobre todo preocupada de que los vecinos pudieran quejarse, tuve que decirle a Beto que era hora de irse.
    
    —Sí, estoy de acuerdo, mejor vete ya a dormir –me respondió él, bromeando todavía.
    
    —Beto, en serio –le insistí, mirándolo muy seria.
    
    —Bueno, ‘ta bien. Dice mi primita que ya se tienen que ir –les indicó, haciendo hincapié que era yo quien lo decía.
    
    —Perdonen, chicos, es que tengo clases mañana –les dije apenada, y, para no hacer tan mal efecto, agregué, algo imprudente—. Si quieren vengan otro día.
    
    Así que, resignados, cansados ellos también pese a todo, se empezaron a levantar, bostezaron, por consideración a mí uno de ellos recogió todo y lo echó en una gran bolsa, que luego se cargó con él.
    
    Ya en la puerta, tras despedirse de mí, los vi andar por el pasillo y bajar las escaleras todavía armando escándalo.
    
    —Bueno, nos vemos, nena –me dijo Beto recargándose en la puerta.
    
    —Vale, gracias por visitarme… loco.
    
    —Tú eres la que tiene depa, créeme que voy a venir bien seguido. Allá en la casa no me puedo ...
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