1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... distinto.
    
    Tardó bastante en ir, pues el equipo no podía darse el lujo de tenerlo fuera ni un partido, con el pésimo roster que tenían ese año, no siendo cosa tampoco de simplemente tomar el camión y ya. Era más de una hora de viaje (y tanto más cuando el tráfico era pesado), él no tenía nunca dinero y además, para colmo, tenía que acudir los fines de semana a asesorías de matemáticas para no reprobar el semestre. Durante meses sólo nos vimos uno que otro domingo, cuando por fuerza tenía que ir a casa a mostrarle mis calificaciones a papá, más o menos rendirle cuentas, y pasarme un rato con mamá, quien pese a toda su insistencia de que fuera más seguido no se estaba más que unos momentos en casa antes de aburrirse e irse con alguna amiga a platicar, no sin antes señalarme que ya debía cortarme el cabello. En todo caso, no fue un fin semana sino un martes cualquiera, mientras estudiaba en mi pequeña sala sin otro plan que acabar la lección e irme a acostar, en que, de repente, tocaron fortísimo a la puerta. Espantada, nerviosa por la sorpresa, por lo inesperado de la visita, me quedé un instante inmóvil en mi sitio, intentando decidir si abrir o no, fingir tal vez que no había nadie pues llevaba puesta una minifalda de mezclilla y una blusa rosa de tirantes, me había maquillado con esmero y hasta pintado todas las uñas dado que no esperaba a nadie, y mientras de esa forma me latía acelerado el corazón escuché la voz de Beto tras la puerta.
    
    —¡Ábreme, hermanita! —gritó, divertido, acabando de aturdirme.
    
    Por algo así como cinco segundos, que en mi cabeza debieron parecer mucho más, estuve pensando, decidiendo si debía ir a cambiarme o no, pues, aunque, evidentemente, Beto en cierta forma lo sabía, nunca en realidad me había visto así, y me atolondré, me mordí el labio, miré una y otra vez hacia la puerta que él no dejaba de tocar, hasta que, al fin, sencillamente exhausta, fastidiada de tener que pensar tanto y esconderme, me fui directo hacia la puerta.
    
    —¿Estás solo? –le pregunté, asomándome a la mirilla.
    
    —No, traigo a todo el equipo, venimos a cenar –me respondió divertido.
    
    —En serio, ¿viene alguien contigo?
    
    —No, nadie, ¿por qué? Anda, ábreme, traigo unas cervezas aquí que ya se me calentaron.
    
    Suspiré, intenté calmar mis nervios y abrí.
    
    Con un six-pack en cada mano me miró de arriba abajo luego de abrirle, ladeó un poco la cabeza y, finalmente, con una media sonrisa, tan sólo se pasó.
    
    —¿No tienes que ir mañana a la escuela? –le pregunté, mirándolo colocar las cervezas sobre la mesa, a un lado de mis cuadernos.
    
    —Nop, mañana es aniversario de no sé qué en la prepa, va a haber un festival, concursos y otras madres.
    
    —¿Y no tienes que ir?
    
    —En teoría, sí –me respondió, desenfadado, abriéndose una lata—. ¿Quieres?
    
    —No, gracias. ¿Para qué compraste tantas? De hecho, ¿cómo compraste cerveza?
    
    —Ja, ja, ni siquiera me piden identificación, y se me antojó, y como venía a ver a mi hermanita, creí que era buena idea, ...
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