Compartiendo Familia 5 - Relatos Eróticos

Compartiendo Familia 5

... movimiento de su mano me tenía loco; cuando bajaba recorría todo mi prepucio hasta abajo descapullando la cabeza del pene solo para volver a subir y cubrirla por completo nuevamente. Alicia estaba como hipnotizada con aquella lenta masturbación viendo fijamente hacía mi miembro. Yo la veía a ella y a la profundidad del canalillo que se formaba entre sus senos. Era tan pronunciado el escote de ese vestido que en cualquier momento sus tetas saltarían fuera, sobre todo porque iba incrementando la velocidad con la que me pajeaba y el movimiento de su brazo hacía que éstas rebotaran lentamente. Alicia notó la intensidad con la que miraba sus pechos y sonrió.

– Debes estar deseándolo ¿No es así?

– Tienes unos senos preciosos Alicia

– Solo por esta vez, son para ti mi niño

Ni lento ni perezoso me lancé a amasar con mi mano derecha esas dos mamas por sobre la tela del vestido, mi otra mano la tenía por detrás de ella y la sujetaba del costado de su nalga. Con ambas manos magreaba el cuerpo de aquella caliente señora que era mi suegra, mientras ella seguía masturbando mi garrote que ya estaba húmedo de todo el líquido preseminal que salía.

Después de sentir el tacto y la textura de esas tetas cubiertas por la tela, procedí a bajar el escote por completo. Quedaron a mi vista dos aureolas cafés de circunferencia media y un par de pezones bastante grandes e hinchados, los cuales me provocaron la inmediata necesidad de mamar de ellos. Con mi mano derecha sujete firmemente su mama izquierda y la comencé a amasar presionando con mis dedos su pezón. Y entonces me fui a comer la otra teta que tenía más próxima a mi. Fui directo a mamar, lengueteando y succionando con fervor ese botón oscuro. Sentía el estremecimiento del cuerpo de Alicia al estimular ambos senos, combinaba el masajeo con leves pellizcos en el pezón y con mi boca daba pequeñas mordidas esporádicas.

– Ay que rico chupas mi niño. Me matas de gusto- decía Alicia mientras soltaba mi pene para sujetarme del cabello y mantenerme bien pegado a sus tetas.

Bese, lamí y mordí cada blando rincón de aquellos enormes senos mientras ella me tenía sujeta en su abrazo, había dejado de masturbarme por el placer que le estaba provocando. La escuchaba gemir levemente y su respiración era agitada

– Así Demi, muérdeme. ¡Ay si que rico mi niño! Así así

– Hace mucho que quería comerte las tetas Alicia

– Si, lo sé cariño. No dejas de mirarme todo el tiempo. Y ahora las tienes todas para ti...