1. Club de adictos a las MILFs (8)


    Fecha: 14/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... me privaba de admirar su belleza. Además, me daba cuenta de que estaba mucho más buena a cuando era aún más joven. Igual de buena a como lo estaba ahora a los treinta y ocho, solo que más joven.
    
    —Había un tipo que me miraba mucho —siguió diciendo mamá—. Pero parecía que era de esos hombres que se intimidan ante una mujer como yo. Porque aunque no dejaba de mirarme, no se animó a acercarse a hablarme. Yo me la pasé bailando con uno y con otro, pero el tipo no bailaba. Se quedaba sentado, con un vaso de cerveza en la mano en todo momento. La verdad es que no me atraía para nada. No porque no fuera atractivo, sino porque me generaba una vibra extraña. Pero a la vez me daba intriga. ¿Por qué me miraba tanto si no pensaba hacer nada? Ese día habíamos ido en el auto de mi amiga Ruth. Pero la muy turra se había levantado a un compañero de universidad de Sofía, y se quería ir con él. Me pidió mil disculpas. Me explicó que era el tipo del que me había hablado no sé cuántas veces. Que desde hacía no sé cuánto que le gustaba, y ahora tenía la oportunidad. Le dije que estaba todo bien, que me tomaba un taxi y listo —Mamá hizo una mueca de furia. Imaginé que no podía evitar sentir cierto rencor por esa calentona de Ruth—. Y de repente alguien me llamó, tocándome el hombro con el dedo. “Yo te llevo, si querés”, me dijo el tipo que me había estado mirando toda la noche. En ese momento no me di cuenta, pero después me percaté de que no me había perdido de vista en ningún momento, y que había estado esperando el momento oportuno para acercarse. Fui muy tonta. El tipo me estaba acechando. No me había hablado en toda la noche y lo hacía recién ahora, que yo me había quedado sola —De repente mamá pareció ser presa de un escalofrío—. Miré para todas partes —continuó contando—. La gente se despedía y salía con sus autos. Quizás alguno de los que habían bailado conmigo también querrían alcanzarme hasta casa, pero ahora que me veían con el otro, seguro pensaban que había algo entre nosotros y que habían perdido la oportunidad. Pero bueno, ahí estábamos. Y si bien, como te dije, me daba una vibra extraña, en ese momento pensé que no era más que un tipo muy retraído, y que ahora aprovechaba el último momento para intentar algo. Desde ya que no pensaba aceptar ninguna cita, pero tampoco quería quedar como una antipática. Así que le dije en dónde vivía. Él me dijo que le quedaba de paso. Era obvio que era mentira, pero por otra parte era una mentira tan evidente, que me dio algo de ternura. Lo raro fue que casi no habló en todo el camino. Al final fui yo la que le sacó conversación. Las cosas básicas. Que cómo se llamaba, que cuántos años tenía, que de qué trabajaba… Pero en un momento lo sentí muy tenso. Más de lo que ya estaba. Ahora que lo pienso, probablemente era debido a que había decidido que llegó el momento de actuar —hipotetizó mamá, pensativa—. Estábamos a mitad de camino, y el semáforo se había puesto rojo. Era justo en un lugar que yo mucho no conocía, pero ...
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