1. Club de adictos a las MILFs (8)


    Fecha: 14/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... de esa manera. Yo solo debía fingir naturalidad, para no evidenciar lo excitado que estaba.
    
    Mamá resopló.
    
    —Bueno. Sí —reconoció, para mi deleite—. Pero además, esto me trajo el recuerdo de algo que pasó hace algunos años. Algo que no le conté a nadie. Vos eras chico, y yo… Bueno, yo me dije a mí misma que lo que había sucedido no había sido un abuso, pero sin embargo, cada vez que lo recuerdo, me doy cuenta de que sí, claro que lo fue.
    
    —¿Qué fue lo que pasó aquella vez? —pregunté.
    
    —No sé si está bien que te cuente mis intimidades Bauti —dijo ella—. Pero, por otra parte, ya estás grande, y creo que tenés que saber lo que sentimos las mujeres en determinadas ocasiones, para que no cometas el mismo error que cometió ese tipo. Para que te des cuenta de que a veces las chicas estamos en una situación muy vulnerable, y aunque pueda parecer que estamos accediendo a hacer algo, en realidad lo hacemos por temor. Al menos eso es lo que me pasó a mí.
    
    —Contame. Quiero saber. Quiero aprender de tus malas experiencias para saber tratar a las mujeres de mejor manera —le dije, apoyando mi mano sobre la suya.
    
    —De esto hace cinco años —empezó a decir mamá—. En esos tiempos vos ya te empezabas a quedar solo cuando yo salía de noche, ¿Te acordás? Además yo había empezado a salir de nuevo, con más frecuencia, casi como cuando era una veinteañera —dijo, levemente avergonzada—. Ese día, no me voy a olvidar más, había ido al cumpleaños de la amiga de una amiga. Ni siquiera la conocía a la chica, pero mi amiga Ruth me había llevado con ella. No era una fiesta grande. Treinta personas como mucho. Todos eran muy cercanos a la cumpleañera, que se llamaba Sofía. Salvo yo y dos o tres personas más, que en general eran la pareja de uno de los invitados —Se detuvo un instante, como para darse tiempo a acomodar sus ideas—. Bueno, si te explico todo esto es porque quiero que entiendas que el ambiente parecía ser bastante sano —siguió diciendo—. Todos éramos adultos que andábamos por los treinta años, algunos un poco más, otros un poco menos. La cosa estaba tranquila. Después, cuando el alcohol empezó a hacer efecto en algunos, hubo algo de descontrol. Pero nada fuera de lo normal. Algún vaso que se estrelló en el piso, alguna pareja teniendo relaciones en el baño, esas cosas.
    
    Mamá estaba muy concentrada en su historia. Casi parecía que se había olvidado de mí. Más bien se la estaba contando a sí misma, quizás a modo de catarsis. No quise interrumpirla con ningún comentario, porque sospechaba que si se mantenía así, tan ensimismada, era probable que largara esos detalles que tanto deseaba escuchar. Lo que me moría por saber era cómo estaba vestida esa noche. Eso ayudaría mucho a que yo recree lo sucedido en mi perversa cabecita. Lo que sí tenía en claro era que esta anécdota databa de cuando mamá contaba con treinta y tres años. Hacía media década atrás mamá estaba en su mejor momento. En esos tiempos aún no asumía la atracción que sentía por ella, pero eso no ...
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