1. Club de adictos a las MILFs (8)


    Fecha: 14/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... acá para cuidarte.
    
    —Sí. Perdoná si te asusté. Ya me voy a dormir de nuevo —dijo mamá, evidentemente todavía bajo los efectos de la pastilla que había tomado para dormir—. Ya podés volver a tu cuarto.
    
    —Nada de eso. Me voy a quedar acá hasta estar seguro de que vas a dormir como un bebé —dije, con determinación—. Tantas veces que fui a tu cama cuando pensaba que el coco estaba en mi dormitorio, y vos me consentías —agregué después—. Ahora es mi turno de cuidarte.
    
    Mamá soltó una carcajada. Apagué la lámpara. Me subí a la cama, asegurándome de no hacer contacto con mi entrepierna, ya que la erección aún estaba óptima. La abracé y acaricié su cabello. Sabía que eso la relajaba. Pasaron apenas unos minutos hasta que empecé a oír la profunda respiración, típica de quien está durmiendo.
    
    Al otro día, en el desayuno, el tema salió inevitablemente.
    
    —Y… ¿Dormiste bien? Digo… después de… —quise saber.
    
    —Sí. Dormí perfectamente. No creo haber tenido otra pesadilla. Al menos no la recuerdo.
    
    —¿Y esas pesadillas son muy recurrentes? —pregunté.
    
    Por supuesto, mi preocupación tenía doble intención. Nunca estaba de más escarbar en la mente de mamá. Toda información que hasta el momento no tenía, podría ser útil para mí, y quizás para el Club.
    
    —Bueno. Desde las últimas semanas sí lo son —dijo mamá—. Aunque no había tenido una tan vívida como la de anoche. Quizás la pastilla que tomé contribuyó a eso. Qué se yo.
    
    —Pero, ¿por qué desde las últimas semanas? —pregunté, aunque ya intuía la respuesta—. ¿Pasó algo?
    
    Mamá dio un largo sorbo al café, como extendiendo todo lo que podía el momento de contestar a esa pregunta.
    
    —Bueno —dijo. Me dio la impresión de que estaba tomando valor para hablar—. Yo estoy acostumbrada a los hombres babosos. De hecho, desde los catorce años que me di cuenta de que tenía la atención de los tipos. No solo los chicos de mi edad, ¿entendés? —Asentí con la cabeza. Evidentemente a esa edad comenzaron a crecerle los pechos de manera exagerada. Muchos la confundirían con alguien mucho mayor, y a otros tantos ni siquiera les importaría su edad—. Así que hay cosas que las tomo con normalidad —siguió diciendo—. Que se den vuelta a mirarme, que me toquen bocina, que me digan cumplidos absolutos desconocidos… Ese tipo de cosas… La verdad no me molestan. De hecho hay mujeres a las que nos gusta ser el centro de atención. Eso no tiene nada de malo.
    
    —No, claro que no —me apresuré a decir, ya que cuando pronunció esa última frase me clavó sus intensos ojos verdes, como exigiendo que le diera la razón.
    
    —Pero a veces una recibe una atención, digamos… desmedida.
    
    —Entiendo —aseguré.
    
    —Algunos hombres, cuando ven que una es amable, piensan que tienen chance. Y se comportan como unos primates.
    
    —Ajam —balbuceé, esperando que se explayara.
    
    —El otro día fui a hacer una entrega —empezó a relatar mamá—. Un tipo me encargó dos panes dulces. Un pedido pequeño, pero vos sabés, todo suma. Bueno, cuestión que voy a lo del ...
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