La impasible e insaciable mujer de negro. - Relatos Eróticos

La impasible e insaciable mujer de negro.

... expresándole lo contenta que estaba. Mientras hablaban ellas dos, llamé a quien me ayudó para hacer ese viaje que me causó tanta satisfacción y quedé con él para comer. Nuria quería quedar para comer y le dije que ya había quedado, entonces quedamos para cenar, no solo nosotros, Victoria también asistirá. Victoria se apartó para atender una llamada, me dijo que iba a su habitación a solucionar unas cosas de trabajo y que la esperáramos en la cafetería. Nuria se puso algo nerviosa, aunque lo disimulaba muy bien. La mejor manera de demostrarme que lo controlaba todo, o eso creía, fue decirme...

— Te agradezco mucho tu ayuda, lo que no quiere decir que me pareciera bien lo que has hecho en el metro y no... TE CONFUNDAS por el resultado final, que no te lleve a equívocos, ha sido solo que no me puedo permitir escándalos y menos en público.

— Perfecto, pero tampoco te equivoques tú, el favor no te lo hice a ti, se lo hice a Victoria, que no le puedo negar nada y ya que estamos sincerándonos, permíteme que no me crea que ha sido por no montar un escándalo, porque lo hubieras tenido muy fácil, simplemente apartándote.

— Por si nunca te lo habían dicho... eres un engreído.

— Me han dicho cosas peores y he entendido el mensaje, cuando baje Victoria pondré una excusa para no ir a importunarte a tu casa.

— Espera, me refe...

Y llegó Victoria, ella se quedó a medias y acabó la frase con una tontería de la reunión que habíamos tenido. En ese momento les dije mi disculpa y de paso le conté a Victoria que la “aventura” de Madrid había finalizado, algo que la alegro, aunque no tanto como a mí, visto lo visto. Victoria después de comer se iba de visita familiar y luego iría a casa de su amiga y esta al oír mi disculpa... “No me puedes hacer ese feo, os he invitado a cenar... A LOS DOS y espero que vengáis” no me hice de rogar mucho y acepte, me dio la dirección. Las dejé solas y me marché a hacer mis gestiones. Nuria nos dijo que a partir de las siete de la tarde estaría en casa, que podíamos ir a partir de esa hora. Victoria dijo riéndose a carcajadas... “Pero si tu no sabias ni freír un huevo frito...” y ella solo nos dijo que ya lo descubriremos.

Hice todo lo rápido que pude y poco más de las siete y media me presenté en su casa. Antes de subir un portero llamó a decir que estaba allí y si podía subir, ella dio el visto bueno y subí. Al verla me quedé sorprendido gratamente. Esta vez no es que llevara un vestuario de escándalo, que no, llevaba un vestido más corto, abotonado por delante y con algo de escote, de color negro, pero con botones de distintos colores. Medias negras y un zapato alto. Pasamos a una sala y me ofreció una bebida, le pedí un refresco frío, a ser posible sin hielo. Fue como si se escandalizase... “Pero lo acompañarás con algo de alcohol” y le dije que no. Ella sí se sirvió una copa de alcohol. Estuvimos hablando un buen rato distendidamente, era una mujer agradable, a pesar de estar a la defensiva. Me pidió ...