La impasible e insaciable mujer de negro. - Relatos Eróticos

La impasible e insaciable mujer de negro.

Tenía que hacer un viaje a Madrid por dos asuntos, uno de ellos complicado y otro más festivo, el complicado era una reunión con mis socios del nuevo negocio, que al final me iban a dar la razón de porque me pienso tanto tener socios. Menos mal que en los negocios no dejo nada al azar y todo queda reflejado negro sobre blanco. Había una cláusula en la que me dejaban toda la libertad para dirigir y si no estaba de acuerdo, tendrían que comprar mi parte con los correspondientes intereses, que estaban también reflejados y como en dos días las diferencias eran muy grandes, porque querían hacer unos recortes inasumibles que a mí no me parecían razonables, estaba convencido de que ejecutarían esa cláusula, algo que no me preocupaba ni me quitaba el sueño.

El otro asunto como he dicho era más festivo, porque a un gran amigo y consejero, que desde que trabajé con él, siempre ha tenido tiempo para mí cuando le he necesitado. No podía faltar porque para mí es un padre e incluso un abuelo. Siempre me dice que soy su única familia, porque ya no le queda familia directa. Victoria me iba a acompañar a ese viaje, quería que viniera al homenaje, que ella también le conoce.

En el viaje que íbamos en coche, Victoria aprovechó para hablar conmigo, tanto de lo profesional, como de la vida y llegamos a lo personal. O bien había leído los relatos y los respectivos comentarios o Adriana la había puesto al día. La conversación fue clara y directa, como siempre dio su opinión, no consejo y en esa opinión no hubo ninguna insinuación a lo que tenía que hacer. La reunión fue a la mañana siguiente, a las nueve estábamos todos reunidos.

No permití que me marearan y lo deje bien claro, mi postura seguía siendo la misma y no iba a ceder en nada, porque no me gusta jugar con el pan de nadie y no lo iba a hacer. Lo único que les quedaba era aplicar la cláusula y para dejarles tranquilos, les dejé solos y me fui al despacho. No llegó a la hora cuando llegó mi amigo, el que me metió en todo y me paso el acta, todos habían votado por aplicar la cláusula, el voto de mi amigo en contra y el mío que no se produjo por ausencia. Antes de leer el acta, le pase una tarjeta a mi amigo.

Me dice... “Eres un cabrón o adivino” y le respondo... “Jajaja... no soy adivino” porque le había dado el número de cuenta donde me tenían que transferir la indemnización y la cuantía exacta que ya había echado las cuentas. Luego a mi amigo si le di un consejo profesional, que vendiera su parte en cuanto pudiera, aunque perdiera algo, porque le auguraba un desastre antes de junio del 2023. Movió la cabeza, dudaba, pero se quedaba preocupado, nos dimos un abrazo y quedamos en comer juntos en Valencia en dos semanas.

Victoria se alegró, porque no le gustaban algunas de las personas con las que me asocié. Los dos más contentos no fuimos a la cena homenaje. Desde que llegamos nos encontramos con personas conocidas, los típicos saludos y en eso que veo a Victoria saludar a unas personas que yo no ...