Las aventuras de Luna: Sucesos en un barrio obrero - Relatos Eróticos

Las aventuras de Luna: Sucesos en un barrio obrero

... muñecas hacía el torso, como si de un pitón tratase, haciendo lo que era efectivamente un corsé de cuerda. Desde los tobillos hasta los gemelos una segunda cuerda ejercía su labor. Si no hubiese sido por la situación tan terrorífica e incierta, hasta podría haber llegado a admirar la destreza y delicadeza del patrón de nudos. Me estremecí en mi estado de desnudez por el frío que me estaba entrando en el cuerpo. Mis pezones se habían puesto muy duros, y el pequeño piercing que llevaba en uno de ellos brillaba en la luz cálida emitida por varias lámparas en el cuarto. Pensaba que iba a mearme encima del miedo y de la adrenalina que estaba sintiendo.

No parecía que hubiese nadie más en el cuarto, por lo menos que fuera visible en el reflejo del espejo. Furtivamente hice tensión en las cuerdas con las muñecas y los tobillos para ver si bailaban y si seguía habiendo un atisbo de esperanza. Desafortunadamente no cedían ni un centímetro. Estaba empezando a registrar el cuarto con la mirada cuando escuché una risa burlona detrás de mí.

“Ya se despierta, ven,” dijo la voz de Joan. Los pasos que escuché vinieron hacía mí hasta que estos dos hombres se encontraban de pie al lado de la cama, contemplándome.

“Qué guay han quedado las cuerdas tío. No me esperaba que lo fueras a hacer tan bien.” le comentó Jax a Joan. “No pensaba que te fueras a despegar de la Play lo suficiente tiempo para aprender a hacerlo,” añadió.

“Ya sabes tío, cuando hay ganas la motivación viene fácil,” le contestó Joan, guiñando el ojo. “Y ésta… ojalá no lo fuese a disfrutar pero seguramente se esté mojando ya la muy cerda.” Joan me miró con una cara de salvaje. Pausó un momento, pareciendo querer decir más. “¿Bueno, seguimos aquí de charlita o empezamos ya?"

Jax se rio. “Eres un impaciente. Como se nota que no mojas nunca, pringado. Venga.” Se giró hacía mí. “Luna Lunita,” me dijo Jax con una voz cantante. “Estarás algo sorprendida, pero dudo que lo estés del todo. Algo estabas buscando al venir aquí esta noche.” Se acercaba a mí, acariciándome la cara con un dedo largo.

“...y algo encontrarás,” añadió Joan.

“No me interrumpas, ¡joder!” Le regañó Jax. Aunque dirigía la palabra a él me miraba a mí. Joan subió ambas manos al aire en una señal de que ya no le iba a molestar más.

“Como decía…” siguió Jax, “llevas todo el verano calentándome, con estas piernas largas siempre expuestas, siempre enseñando el culo con esta ropa apretadita.” Se acercaba más, su cara ya estaba a 20 centímetros de la mía. Podía ver su barba incipiente y sentir su aliento caliente sobre mi cara. Olía a romero.

“Pues toma campeona, esta noche recibirás lo que has andado buscando ya que me apetece probarte. Te lo voy a explicar para que te quede claro. Te vamos a utilizar esta noche, de la manera que nos apetezca, y no te vas a quejar, no vas a pedir auxilio, ni ninguna otra tontería que se te pase por la cabeza. Vas a obedecer, vas a ser agradecida, e incluso te permitiré pedir más, ...