Las aventuras de Luna: Sucesos en un barrio obrero - Relatos Eróticos

Las aventuras de Luna: Sucesos en un barrio obrero

Parte I: Trasfondo

Buenos días comunidad, me llamo Luna y voy a contarles mi historia, un acontecimiento que me pasó hace un par de años. He tardado el mismo tiempo en procesarlo y llegar a la conclusión que aunque no fuera consentido en el momento, fue una experiencia realmente enriquecedora. Sí, soy consciente de que raras veces las palabras “una violación enriquecedora” han aparecido juntas. Por más oximorónico que suene, el evento me ayudó a abrirme sexualmente y explorar mis vicios, que antes de esto eran apenas existentes. Marcó un antes y un después en mi vida sexual.

Antes de empezar, me describo para que me podáis visualizar. Lo sucedido pasó cuando tenía 22 años. Desde entonces, no he cambiado mucho: mido 1,70, tengo los ojos azules, la tez bastante blanca, y una larga melena rubia que me llega casi al culo. Muchas veces he pensado en cortármelo o cambiarme de estilo para facilitarme la vida (cuanto tiempo y dedicación requiere, por Dios), pero al fin y al cabo llevar el pelo tan largo me hace sentir muy femenina, lo que a mí me encanta. Tengo un cuerpo bastante atlético, con unas pequeñas pero bonitas y firmes tetas y un culo bastante respingón y agarrable. Este trasero ha hechizado a más de un desprevenido, ya que se hace difícil de olvidar. Al día de hoy sigo teniendo antiguas conquistas que andan detrás de mí, sin duda queriendo volver a estrujarlo una vez más.

El evento en sí pasó cuando vivía por los madriles, en un barrio obrero bastante humilde. En aquella época mi vida giraba en torno a mis estudios. Pasaba la mayoría de mi tiempo o en el campus universitario o en la biblioteca, estudiando duro para sacar buenas notas y no tener que devolver la beca. Vivía en casa de mis padres y tenía un medio-novio de mi edad, Óseas, que veía un par de veces a la semana. Óseas era un muchacho convencionalmente atractivo con cabello moreno, una barba de unos cuantos centímetros, y un cuerpo deportista. No diría que estuviéramos muy enamorados - era más bien una relación de conveniencia, que servía el propósito de tener a alguien de confianza con quien aliviar el estrés que me causaba la universidad. Digamos que me convenía la parte logística: vivíamos cerca, nuestros horarios coincidían, me gustaba pasar tiempo con él y el sexo era aceptable. Por su parte, le gustaba follar conmigo pero igual que yo llevaba una vida ocupada y no le veía con mucha intención de buscar algo más serio conmigo, lo que no me importaba en lo más mínimo y hasta me venía bien.

El sexo con Óseas era bastante normal. Tenía una polla de 11 cm, y una lengua que acertaba la mayoría de las veces. Lo hacíamos una o dos veces a la semana, siempre en su casa ya que en la mía estaban mis padres. La suya era una que alquilaba con un muchacho aleatorio que había conocido en una página de gaming en internet, un tal Joan. Cada vez que lo hacíamos, empezábamos por los preliminares necesarios antes de que me penetrara, yo chupándosela y el comiéndomelo. Me solía embestir ...