Las aventuras de Luna: Sucesos en un barrio obrero - Relatos Eróticos

Las aventuras de Luna: Sucesos en un barrio obrero

... era impresionante. No sabía cuánto tiempo iba a tardar en recargar su pistola, pero algo me decía que no mucho. No era religiosa, pero en aquel momento recé mentalmente, pidiéndole a Dios de hacer que este miembro no me destruyese por dentro. Me giré para intentar escaparme un poco de las manos despiadadas de Joan pero justo en este momento me cogió de las caderas y me empotró por completo hasta que sus huevos tocaron la entrada de mi raja.

Solté un grito de sorpresa, pero no de dolor. No podía tenerla tan grande como la de Jax porque no me sentía llena del todo. Aún así tener el plug y una polla dentro de mí me provocaba una sensación que desconocía. Pero, ¡qué asco me provocaba este tío! Intenté mirar atrás para ver si al menos se había puesto un condón, pero me agarró del pelo, controlando la dirección en la que podía mirar. Con el otro brazo me agarraba las tetas con regocijo maquiavélico. Este chaval era mucho más fuerte de lo que parecía. Después de detenerse un momento dentro de mí, empezó a taladrarme como un adolescente que había descubierto recientemente los placeres carnales.

“¿Así te folla Óseas?” me susurró en el oído. “¿Se corre dentro? O solamente te gusta que te bañen la cara de semen?” Siguió el ritmo frenético. “Pues te voy a bañar yo por dentro.”

Mis ojos se ensancharon y empecé a protestar pero me cubrió la boca con una mano mientras la otra seguía tirándome del pelo para ayudarle con las embestidas. Era la primera vez que me sentía como una perra de verdad estando a cuatro patas. Al lado mío, Jax estaba tumbado, observando con calma mientras que Joan me jalaba. Acariciaba su tranca, que ya estaba empezando a regresar a su estado tieso de antes. Joan no tardó en empezar a gruñir como un animal.

“Toma…. leche… toma leche calentita,” resoplaba entre empujones mientras eyaculaba hasta lo más hondo de mi coño. Mis chillos fueron amortiguados por la palma de su mano. Cuando había acabado de correrse, se sacó la polla de dentro mía, y me dio otra nalgada. “Una buena montada'', comentó, “me gusta cuando se hacen las difíciles y dan un poco de resistencia.”

Jax sonrió al escuchar el comentario. Me moría de vergüenza y de miedo. Era la primera vez que un chico se había corrido dentro de mí. Mentalmente empecé a calcular en qué semana del ciclo estaba pero era como si mi cerebro hubiese dejado de funcionar. Sentía como la leche calentita que Joan me había dejado dentro empezaba a salirse y escurrirse por mis muslos. Llevé una mano a mi coño, poniendo los dedos dentro e intentando sacar la mayoría de mi canal vaginal. Jax me cogió del brazo, parando mi mano.

“Yo dejaría la lubricación dentro si fueras tú,” me comentó. “Es la mejor que existe. Ahora arriba, me vas a cabalgar.”

Como si estuviese consintiendo, su polla - ahora completamente erecta como un soldado en la posición de firmes - dio un pequeño espasmo. Me negué con la cabeza, y como respuesta Jax me torció ambos pezones, usándolos para tirarme hacía él. A mi ...