Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 14 - Relatos Eróticos

Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 14

... tiempo. La consola estaba en pause, la casa estaba en silencio. En seguida, la risa de Pedri entró a mis oídos. No quería mirarle, pero a pesar de haber cerrado el balcón, podía distinguir muchas cosas de esa conversación que mantuvieron. Por cierto, muy reveladora.

No escuchaba a Gavi, pero si a Pedri. Lo primero que me llamó la atención, es oir al canario decir que le echaba de menos y que sí, tenía muchas ganas de verle. El tono, y la sonrisa (no pude evitar mirar) de Pedri, demostraban cariño. Aquello sonaba a algo más que una simple amistad. El medio centro, en slips, se movía de un lado al otro de la enrome terraza. Estuvieron hablando bastante tiempo, y para mi desgracia, en una zona en la que no podía apreciar lo que se decían. Parecía que estaban acabando, Pedri agarraba la puerta de la terraza, pero no se animaba a entrar. Gavi seguía al otro lado. Lo que si oí perfectamente, justo antes de que colgara y entrará en el salón, fue un: “yo también te quiero”.

Mis manos volvieron a trabajar aquel tren inferior. Ahora mi labor se centraba en la zona de los muslos. La timidez, era evidente en Pedri, se estiró varias veces la camiseta para taparse la zona del slip, aunque no podía evitar que parte de su huevera, siguiera marcándose.

Mientras trabajaba los muslos, no pude evitar abstraerme y pensar en lo que acababa de escuchar. Aquello podía ser también una amistad, pero ese yo también te quiero, no dejaba lugar a la duda. Aquellos dos jóvenes talentos del futbol, era muy probable, que fueran pareja. Miré a Pedri, que seguía concentrado en la partida, y no pude evitar imaginármelos a los dos juntos. Esa media sonrisa de chico bueno y tímido, seguro que desaparecía cuando estaba con Gavi. Me los imaginaba, en esa misma casa en la que yo estaba, desnudos, riéndose y disfrutando de su amor. La verdad que se me escapó una sonrisa. Me alegraba por ellos.

Me levanté, le miré de reojo, seguía muy relajado sobre el sofá. Me eché algo más de aceite de las manos. El trabajar en un sofá no era lo mejor, y tuve que sentarme en la esquina del cheslón, dándole la espalda.

No se sí fue, por las imaginaciones mías de esa pareja, o por el mero hecho de masajear los pies, pero el caso que sentí que me estaba poniendo algo cachondo. Me daba morbo la situación, los dos solos y el medio desnudo. No quise mirarle y me enfoqué en mi tarea. Aquel era un muy buen chaval. Si, en el fondo también me vino a la cabeza la relación que tenía yo con Eric.

Como si fuera un fogonazo, también me vino a la cabeza, lo que ocurrió en el restaurante. Fue el futbolista que estaba tumbado junto a mi, el que vio como Gerard me hacía una mamada en el medio del baño. La tranquilidad que me había transmitido Eric ese mismo día, se reafirmó los siguientes. Nada, de lo que había ocurrido en ese baño, había trascendido a la plantilla. Eso me volvía a reafirmar en la impresión que tenía del canario. Una chaval serio, responsable y tímido.

No se cuando llevaba en esa ...