1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... algo para irme mañana. Ahora no se me ocurriría qué decir para justificar que no puedo quedarme al menos esta noche —sus palabras sonaron sin enojo.
    
    —¿Por qué? —dije son dejar de mirar el techo, en un hilo de voz.
    
    —Porque no creo que sea bueno obligarte a soportarme aquí si no quieres.
    
    —¿Por qué? —repetí arrastrando las palabras —¿por qué?, ¡¿por qué?! —esto último con los ojos cerrados y los puños apretados. Las lágrimas a punto de salir.
    
    —Baby —lo sentí cuando se sentó a mi lado —lo siento mucho. Nunca imaginé que te sentirías así. Nunca. No fue mi intención hacerte sentir mal —Había tomado mi mano en las suyas.
    
    Abrí los ojos y vi su cara frente a mí. Mis manos aprisionadas, mi corazón latiendo desaforado, mi respiración agitada.
    
    Su mano derecha me soltó para arreglarme un mechón de pelo. Luego la dejó así, posándose en mi rostro. Su dedo pulgar acariciándome suavemente. Luego todos sus dedos recorrieron mi piel, la frente, los párpados. Uno de sus dedos recorrió mis labios que yo entreabrí. Su dedo índice se quedó inmóvil en muda súplica. Abrí aún más mis labios y entró. Mi lengua acarició su dedo y lo chupé. Su boca ahogó un gemido y así, como saliendo de un trance, lo retiró rápidamente y me soltó. Se paró rápidamente de la cama y sin mirarme, salió de la habitación.
    
    Quería llorar, pero a la vez… ¡me dijo “baby”!, me acarició, ¡me acarició! ¡Tal vez sí me ama, después de todo! Quise reír, sentí un dolor en los músculos del estómago de tanta tensión, de tanto tenerlos apretados. Al final no hice nada, solo permanecí allí. No hice nada.
    
    Ya al atardecer, mi madre me llamó para cenar. Nos reunimos todos en la mesa. También mi hermano, mi hermana mayor, mi cuñado, Víctor y a su lado, mi hermana, la zorra, con una estúpida sonrisa pegada en la cara. ¡Qué ganas de…!, ¡maldita zorra!
    
    Cené en silencio, sin mirar a nadie. Sabía que Víctor me miraba a ratos. Pero también advertía su atención hacia mi hermana.
    
    “Si solo ella desapareciera” —pensaba.
    
    Me acosté temprano, pero no pude dormir. A la medianoche entró mi hermano.
    
    —¿todavía despierto, Vancito? —preguntó.
    
    —Sí —le dije, con desgano. Hacía rato que esperaba a Víctor, no quería dormirme sin haberlo visto un ratito al menos, un ratito nada más.
    
    —Vancito, ¿cómo te sientes? —mi hermano se sentó a mi lado, tal como Víctor lo había hecho esa tarde.
    
    —Bien —le respondí. Creo que sí me sentía mejor. Al menos, no tenía esa opresión en el pecho que me impedía respirar.
    
    Mi hermano me habló de cosas que no retuve, se rio de cosas que no escuché y de pronto se quedó callado.
    
    —Dame un lado, Vancito —me dijo y comenzó a desvestirse.
    
    —Mejor duerme al otro lado —le dije, aún pensando en que quería ver a Víctor cuando se acostara.
    
    Mi hermano no dijo nada, solo apagó la luz y se cambió al otro lado de la cama y una vez que quedó solo en slip se metió a la cama y me abrazó así, de costado, como en cucharita.
    
    —Así está mejor, ¿no? —me dijo en un tono ...
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