1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... haber hecho, pero no lo hizo y me ignoró. No lo entendía. ¿Acaso no me había dicho “baby”?, ¿acaso no había sonreído cuando le canté esas canciones?, ¿no sabía él que estaba enamorado de mí? Él se había enamorado de mí, lo sabía. ¿O no era así?, ¿y si no estaba enamorado? Peor aún, ¿y si estaba enamorado, pero no de mí?
    
    Una pena aún más profunda me invadió y me quedé allí, sentado en la cama sin saber qué hacer hasta que sentí a mi madre llamándome a almorzar. ¿Almorzar?, ¿cuánto había dormido?
    
    Me levanté perezoso y me dirigí al baño. ¿Y si Víctor estuviera allí?, a lo mejor se había levantado recién y nos encontraríamos en el baño. Pero no, no estaba ahí, tampoco estaba abajo. No estaba. Se había marchado. Mi pena cundió aún más, pero traté de disimular lo mejor que pude. Eso sí, nadie me sacó palabra alguna.
    
    Mi hermana la zorra se veía inusualmente alegre y eso me ponía aún más de mal humor. La perra parecía muy entusiasmada por algo, pero no quise quedarme a averiguarlo. Me levanté de la mesa y volví al dormitorio, bajo la mirada inquisidora de mi hermano y mi cuñado.
    
    2.
    
    El viernes siguiente Víctor volvió a la casa. Hasta ese momento no lo había entendido, pero cuando lo recibió mi hermana con un beso sentí que el mundo se caía a pedazos. En ese instante la indignación que me invadió fue de tal magnitud que les deseé a todos una muerte dolorosa. Creía que si lo deseaba con furia mi deseo se cumpliría y me libraría de toda esa gente que me hacía tanto daño, sin embargo, no lograba comprender que esa era una visión muy distorsionada de la realidad.
    
    Ese día Víctor no se fue. Mi madre me contó que había invitado a Víctor a pasar con nosotros todo el fin de semana y que compartiría la habitación con mi hermano y yo. No supe qué sentí cuando me lo dijo. La ira de hacía unas horas había dado paso a una tristeza y a un vacío que todo me parecía realmente absurdo e inentendible. Me fui a mi pieza y me recosté a pensar y a llorar en silencio por todo lo que me pasaba y que no lograba comprender a cabalidad.
    
    No sé cuánto rato estuve así. Cuando mi madre tocó a la puerta y entró, venía sonriente. Víctor venía con ella.
    
    —Hijo, el joven va a compartir su pieza así que le vamos a dar espacio en el closet, ¿está bien? Ud. puede dormir con su hermano.
    
    No contesté. Por el bolso que Víctor sostenía, entendí que la invitación no era de ese día. Más triste me puso saber que en esa familia pasaban cosas que yo no sabía y que la vida seguía cuando yo lo único que quería era que un poder supremo los castigara a todos, pero por la actitud de los demás, parecía que el único castigado era yo.
    
    Nos quedamos solos él y yo en la habitación. Arregló algunas prendas en colgadores del closet y luego se sentó en el borde de la cama de mi hermano, mirándome.
    
    Yo, recostado en la mía, solo miraba al techo.
    
    —No te gusta que me quede aquí, ¿verdad? —No contesté. No habría podido, la opresión en el pecho me lo impedía.
    
    —Si quieres puedo inventar ...
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