1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

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    «La ira ofusca la mente,
    
    pero hace transparente el corazón»
    
    Niccolò Tommaseo
    
    1.
    
    “Loquito por ti”, “No me arrepiento de este amor”, “Traicionera”, “Daniela”, “Nunca me faltes”, “La luna y tú”, “Prisionero de la soledad”. Eso es lo que se bailaba. Era mediados de los años 90s y en mi casa se celebraba el bautizo de uno de mis sobrinos, hijo de mi hermana mayor y la fiesta estaba en su apogeo.
    
    Me llamo Iván y esa noche tenía 12 años y medio. Mi cuerpo estaba mutando a uno que no comprendía aún. Me estaban saliendo pelitos en la zona púbica. Mis piernas tenían un vello apenas insinuado, como piel de durazno, y mi pecho ya mostraba cierta definición adolescente. Sin embargo, seguía siendo un niño, y uno bastante introvertido para mayor abundamiento. Excepto por el baile. Era mi pasión. Desde niño sentía que el ritmo lo llevaba en la sangre. Mayormente bailaba solo en mi dormitorio. Había aprendido salsa, merengue, cumbia y cualquier cosa que sonara a tropical y me volvía loquito bailando frente a un gran espejo que tenía en la pared.
    
    Víctor llegó a medianoche. Lo había invitado mi hermano mayor, tío del niño. Era su colega en el trabajo. Pantalones grises muy claros y camisa negra con puntos blancos semiabierta en el pecho que se le veía divina. Cuando lo vi se me apretaron los músculos del estómago. Nunca había visto un hombre tan apuesto y varonil. Su barba candado lo hacía aún más atractivo. Mi mamá me pidió que guardara la chaqueta del joven en mi dormitorio, lo que hice solícito y en mi pieza la restregué en mi nariz aspirando su olor exquisito, mezcla de hombre y Azzaro.
    
    Cuando bajé, él estaba sentado conversando con mi hermano. Por la posición en que estaba podía ver el grosor de sus piernas en la unión con los glúteos y, por si fuera poco, el pantalón le formaba un enorme bulto en la entrepierna. Un macho de aquellos, de no más de 25 años. Las mujeres lo miraban sin recato y cuchicheaban entre ellas. Por mi parte, yo solo podía mirarlo con disimulo. Como a veces miraba a mi hermano, a mi papá que había dejado a mi madre por otra mujer, a mis tíos, a todo hombre que pasara ante mi vista, porque ¡me moría de ganas! Pero solo eso me estaba permitido: mirar.
    
    Una chica lo sacó a bailar. ¡Atrevida!, ¡qué rabia sentí! Luego fue otra y enseguida fue él el que las invitó a bailar a ellas. Yo creo que él estaba consciente del efecto que causaba. Muy pronto la menor de mis hermanas se lo acaparó para ella con un más que evidente coqueteo, ¡zorra!
    
    El hombre bailaba con tal gracia que yo me recriminaba de no atreverme a salir a bailar yo también, pero cuando creí desmayarme de placer fue cuando lo vi bailar “Se me perdió la cadenita” de la Sonora Dinamita. El movimiento de sus caderas, la redondez de su culo ceñido al pantalón, los pelos de su pecho moreno me quitaban la respiración. Y la puta de mi hermana se le ofrecía sin ninguna vergüenza, la muy maraca.
    
    Con mi mirada fija en él, no sé qué cara tenía, probablemente ...
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