1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... en ese instante porque mi sueño se hiciera realidad!
    
    “¡Víctor!, ¡Víctor!” —exclamaba en silencio, pero Víctor no respondía.
    
    Miré hacia su cama. ¿Cuánto rato había pasado ya? Tal vez una hora, no sé. Poco a poco la oscuridad fue revelando su figura. Sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos, su rostro con el pelo desordenado vuelto hacia mí. Estaba dormido. Su pierna izquierda salía de las sábanas que apenas cubría su sexo y parte de su barriga. Su pecho desnudo subía y bajaba al ritmo de su respiración. Yo trataba de no hacer ruido alguno con mi respiración en un intento inútil por detener el tiempo y poder admirarlo, tocarlo, besarlo, acariciar su cuerpo sin que él lo percibiera. Descubrir su cuerpo por completo y lamer sus piernas hasta llegar al bendito lugar en que descansaban sus bolas que en mi mente imaginaba peludas y calientes. Hubiese querido poder pasar mi lengua por la cabeza roja de su verga erecta, gruesa, dura y palpitante. Mi respiración se tornaba difícil a ratos y casi no pude reprimir un ¡Oh! de sorpresa cuando de pronto Víctor, en sueños sin duda, levantó su pierna, aquella que caía por el costado de la cama y con ella encogida cayó el trozo de la sábana que aún lo cubría para dejar a la vista su interior blanco a medio bajar con su mano derecha dentro, agarrando su virilidad que… ¿era mi imaginación o aquella barra de carne había crecido hasta casi salirse de su encierro? No, no era mi imaginación. Víctor la tenía firmemente sujeta desde la mitad del tronco y su mano se movía como movía yo la mía cuando, esclavo de mi imaginación, soñaba con mi padre, con mi hermano, con mis tíos. Luego se giró y con el slip recogido dejando a la vista el nacimiento de sus nalgas se quedó quieto, seguramente dormido.
    
    Mi pene se encontraba tan erecto, que no pude evitar comenzar a hacerme una paja urgente y justo en ese instante alcancé a escuchar los pasos de mi hermano que se desvistió rápidamente y se acostó a mi lado obstaculizando la visión que tenía de Víctor.
    
    Mi hermano era un hombre ya, pero realmente nunca me había fijado en él como tal. Sin embargo, con los estímulos recientes aún tan a flor de piel, mi mente comenzó a divagar con él, sentí sus piernas de deportista junto a las mías. Sus vellos causándome un cosquilleo que nada hacían por aliviar mi estado de excitación.
    
    En un principio ambos estábamos de espaldas, pero vagamente recuerdo que en algún momento de la madrugada debo haberme dado vuelta y quedé abrazando a mi hermano con mi brazo en su barriga. Sentía su respiración y su piel en mi mano. Luego ya no supe más hasta que desperté.
    
    Ni mi hermano ni Víctor se encontraban acostados. La luz del sol entraba con fuerza por la ventana.
    
    Sentí un dolor en el pecho y una profunda tristeza que a ratos se tornaba en ira se apoderó de mí. ¿Por qué Víctor no me había buscado?, ¿por qué me ignoró? No lo entendía. Él tenía que acercarse a mí, acariciarme, besarme, acostarse conmigo, amarme. Eso era lo que tenía que ...
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