1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... comida, pero pudo no haberlo hecho y habría sido igual. El odio me corroía por dentro. Todo era tan injusto.
    
    Esa tarde, cuando llegó Gabriel del trabajo me fue a ver a mi pieza. Yo fingía dormir. En mi mente resonaba la voz de Amanda Miguel cantando “Mi buen corazón”.
    
    Mi buen corazón, yo quiero saber por qué te vuelves a enamorar si siempre te han hecho mal. Mi buen corazón, tú eres mi perdición, me arrastras siempre al dolor, me matas en cada amor.
    
    Me sentía como un alma en pena que sufría eternamente, un alma que era engañada una y otra vez, que se enamoraba sin ser correspondida. Sin embargo, era la primera vez que me sentía así. Creo que muy dentro de mí, yo quería sufrir. Era como adueñarse del sentimiento de dolor para justificar mi pena o hacerla tan inmensa y dramática como yo sentía que debía ser. De algún modo, creo que no solo era desdichado, sino que creía que tenía el deber de albergar la mayor infelicidad y tristeza que un ser humano pudiera sentir.
    
    —¿Vancito, estás bien? —preguntó mi cuñado.
    
    No contesté. Me quedé mirando el techo, acostado en mi cama.
    
    Mi cuñado se sentó a mi lado y tomó mi mano. La acarició entre las suyas y me preguntó una y otra vez que cómo me sentía. Acarició mi rostro y me habló como debería haberlo hecho mi papá. Yo quería mucho y le tenía gran respeto a mi cuñado. No entendía por qué él se preocupaba tanto por mí, pero me sentía contenido.
    
    —Vancito, ¿quieres ir a ver televisión conmigo? —me ofreció.
    
    Yo lentamente me puse de pie y lo seguí sin decir una palabra. No quería hacerlo sentir mal, es solo que no me salían las palabras de la rabia y la pena todo mezclado.
    
    En la sala, mi cuñado se sentó en el sofá y me invitó a que me sentara junto a él. Me pasó un brazo por el hombro y me acercó a su pecho.
    
    —Estás pasando por momentos malos, lo sé. Tienes pena, tienes rabia contra todos. Pero quiero que sepas que yo te quiero mucho y no quiero que sufras —Dicho esto me dio un beso en la cabeza—. ¿Vale la pena, Vancito? —añadió.
    
    Yo no sabía a qué se refería, pero no pregunté.
    
    —Los demás también sufren con tu actitud —me dijo.
    
    “Pues, que sufran” —pensé.
    
    —¿Hay algo que pueda hacer yo para que te sientas mejor?, ¿es por Víctor que estás así?
    
    Me quedé helado al escuchar esas palabras de su boca. ¿Es que acaso también él sabía lo que sentía?
    
    —¿Lo quieres? —agregó de la manera más natural y yo sentí nuevamente que las lágrimas pugnaban por salir y trataba de que eso no ocurriera porque si soltaba una sola lágrima no podría detener el torrente que vendría detrás.
    
    Me abracé a él con mi cabeza en su pecho y él me sostuvo con sus brazos fuertes.
    
    —¿Estás enamorado de él? —insistió.
    
    —Sí —me salió la respuesta apenas audible.
    
    —Pero no puede ser. Él está comprometido con tu hermana. Es heterosexual. Tú, además, eres un niño.
    
    —Lo sé —dije con un poco más de aplomo ante la auténtica sinceridad de mi cuñado—, pero me da rabia que todo tenga que ser así.
    
    —¿Así cómo? ...
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