1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... contigo.
    
    —Como estás con mi hermana.
    
    —¿Quieres que seamos novios?, ¿eso me estás pidiendo? Tienes 12 años, eres un niño. Yo tengo 25, soy un hombre adulto y me gustan las mujeres. ¿Sabes lo que significaría que yo tuviera un romance contigo? Podría ir a la cárcel.
    
    —Yo nunca diría nada.
    
    —No sabes lo que pides, eres un niño. No lo sabes.
    
    —Te quiero a ti. Quiero estar siempre contigo, quiero estar así contigo, juntos —Mi mano seguía acariciando su pecho, ahora en forma decidida. El Azzaro de su piel me volvía completamente loco.
    
    —Y si te quedas conmigo toda la noche, en mi cama, ¿no te enojarás cuando mañana esté con tu hermana?
    
    —No lo sé.
    
    —¿Ves?, eres un niño… ¿has tenido sexo con alguien antes?
    
    —No.
    
    —¿Eres virgen?
    
    —Sí.
    
    —Oh, dios.
    
    Podía percibir el debate interno en que se encontraba Víctor. Yo era un niño, pero me daba cuenta. Había en él una contradicción, una batalla moral que a ratos parecía perder. Pero yo estaba allí porque él me había invitado a su cama. Mi pene rígido, mis labios besando sus hombros. Él, estático, tragando saliva, resistiéndose con los últimos restos de fuerza que aún le quedaban.
    
    Avancé mi mano por su estómago. Tan lentamente que en realidad parecía que mi mano solo reposaba allí, pero no, yo sabía que a cada minuto estaba unos milímetros más cerca de esa zona que me hacía estallar los sentidos.
    
    Cuando mis dedos tocaron el borde de su slip, me detuve. Mi cabeza en su pecho ardiente. Su corazón desaforado. Su mano en mi espalda acariciándome en leves movimientos circulares. De pronto tiró la sábana hacia un lado y rápidamente se paró a un costado de la cama. Por un instante me miró y me dijo:
    
    —Voy al baño. Es mejor que duermas en tu cama.
    
    De allí en adelante no volví a dirigirle la palabra. Nunca más.
    
    3.
    
    Víctor continuó visitando la casa, el romance con mi hermana, la perra, siguió su curso y se afianzó la relación. Mientras tanto yo, parecía alma en pena. Callado, siempre enojado, molesto con todos, triste y nadie sabía realmente cómo tratar conmigo. Mi cuñado y mi hermano sí, ellos siempre me trataron con respeto, aunque era un niño, sentía que ellos me querían bien. A Víctor no lo volví a mirar a menos que fuera con desprecio. A mi hermana tampoco, pero a ella nunca la miré.
    
    En el tiempo que siguió y debido a la falta de habitaciones en la casa, Víctor siguió durmiendo en la pieza mía y de mi hermano, uno o dos fines de semana al mes, pero ya nada me importaba. Sentía una rabia infinita por todo, por cómo se desarrollaban las cosas conmigo al margen. Sentía una ira profunda porque todo parecía normal y no había nada normal en mi casa. Detestaba la forma en que cada cual llevaba su vida como si yo no existiera y deseaba firmemente que se murieran todos, Víctor incluido.
    
    Un fin de semana, hasta se atrevieron a planear un paseo a la playa. Yo no quise ir. Mi cuñado, por motivos de trabajo, tampoco fue y así me quedé solo en la casa. Al menos mi madre me dejó ...
«12...101112...22»