1. Los 7 pecados capitales: 5. Ira


    Fecha: 14/09/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... yo ya estaba en la cama. Quería verlo desnudo, pero no quería que él se diera cuenta de que esperaba ese momento. Niño al fin, creía que podía ocultarle a un adulto como él mi estado de permanente deseo. A veces mi hermano se acostaba antes que él y me abrazaba. Varias veces Víctor nos encontró así, abrazados, pero nunca dijo nada. Al menos, nunca supe que dijera nada.
    
    Hubo una semana en que mi hermano no estuvo en la casa. Creo que lo habían enviado en comisión de servicio a algún lugar. Por supuesto, Víctor sabía de esto, ellos trabajaban juntos y llegó un día viernes. Yo sabía que mi hermano no llegaba hasta el día sábado por lo que esa noche al menos, dormiríamos solos en el dormitorio.
    
    Se acostó tarde, pero yo permanecía despierto. Se desvistió rápidamente, apagó la luz de la lámpara y nos quedamos en silencio. Al rato me dijo:
    
    —¿No tienes frío, baby?
    
    Esa vez me dio rabia que me llamara así, pero de todos modos le contesté como si ello no me importara:
    
    —Un poco —dije yo, aunque no era cierto, tenía la piel ardiente de deseo.
    
    —¿No quieres acostarte aquí un ratito conmigo?, así te abrigas un poco.
    
    —Bueno —repliqué al tiempo que yo mismo me sorprendí de la calma con que lo dije.
    
    Me cambié a su cama y él no quitó el brazo, sino que me recibió como quien recibe a su amante. Su abrazo me atrajo hacia él, en un vano intento de simular interés en darme abrigo. Yo temblaba.
    
    —Iván —me susurró.
    
    Lo miré.
    
    —¿Estás bien? —me dijo con su mano acariciando mi brazo.
    
    —Sí.
    
    Me atrajo aún más, haciendo que mi cabeza quedara descansando en su hombro, su piel quemaba.
    
    —¿Qué quieres? —me susurró.
    
    Yo cerré los ojos y quise decir: “A ti, te quiero a ti”, pero de mi boca no salió ningún sonido.
    
    —Dime —insistió con un tono de voz que lo sentí más como un ruego que una orden perentoria.
    
    —Posé mi mano en su pecho con los ojos cerrados. Quería no tener que contestar.
    
    —Dime, ¿qué quieres? —repitió.
    
    —Yo… —Tragué saliva—. Yo… te quiero a ti —agregué en un hilo de voz.
    
    —¿Por qué? —me volvió a poner en la incómoda situación de tener que decir algo que no quería.
    
    —Porque… —me quedé en silencio por un rato mientras acariciaba los abundantes pelos de su pecho. Él tragó saliva esperando mi respuesta.
    
    —… te quiero —agregué con voz apenas audible.
    
    Sentí su abrazo contenedor más fuerte en mis hombros. Me besó en la frente y me confesó:
    
    —Lo vi la noche del baile. Fuiste muy evidente. No me gustó que me expusieras ante todos. La gente se dio cuenta de que estabas coqueteando conmigo.
    
    Se me hizo un nudo en la garganta.
    
    —Lo siento —le dije con sinceridad.
    
    —Yo… tú sabes que me he puesto de novio con tu hermana —me soltó luego de un rato de silencio—. No sé si será algo permanente o qué, pero esperamos que sí lo sea.
    
    Mi estómago se encogió de cólera en contra de la perra maldita de mi hermana, pero nada dije.
    
    —Iván, ¿qué quieres de mí? —me instó a ser claro.
    
    —Qué estés conmigo.
    
    —Estoy ...
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