1. Amor de madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... ibuprofeno empezaban a hacerle efecto, Cuca le salía con esas...”
    
    Alberto trató de concentrarse en el paisaje urbano que, con indiferencia, se alzaba frente a él. La lluvia había refrescado la ciudad, si bien aquel chaparrón no sería suficiente para que los edificios deteriorados y aquel parque desértico volvieran a florecer. Con todo, el color gris deslavazado del cielo le hizo presagiar que aquel paréntesis no duraría mucho.
    
    En ese momento, un gran Audi de color negro con las lunas tintadas se aproximó hacia donde sus amigos y él estaban sentados. Aquel coche llamaría la atención en cualquier sitio, pero en el Ensanche destacaba como si fuera una nave extraterrestre. Rodaba sospechosamente despacio, como si fuera de paseo, como si estuviera buscando algo.
    
    Al final el coche se detuvo a escasos metros de ellos y enseguida la ventanilla del copiloto comenzó a bajar. Un tipo trajeado y con gafas de sol le hizo una señal para que se acercara.
    
    — ¿Alberto?
    
    — Depende de quién le busque —respondió el muchacho, tratando de parecer desagradable.
    
    El chófer se limitó a sostenerle la mirada en silencio, y él no la rehuyó. Pese a que al verle le había calculado unos treinta años, la proximidad le hizo advertir que tenía al menos diez más. El conductor era delgado, parecía bastante alto y poseía unos ojos extraños que parecían en constante movimiento, como si no quisieran perder detalle de nada de lo que sucedía alrededor del Audi. El traje no disimulaba la musculatura que deformaba la chaqueta, fruto sin duda de intensas sesiones de gimnasio. Eran músculos para aparentar, se dijo el muchacho, no como los que él había desarrollado en natación para quemar el exceso de energía que generaba su TDAH. Con todo, Alberto se preguntó cuanto tardaría aquel tipo en perder la paciencia, pero una voz de mujer puso fin a aquel duelo desde el interior del coche.
    
    — Que suba.
    
    Desconcertado, el chico vio como el chófer bajaba del vehículo y, después de rodearlo, le abría la puerta trasera.
    
    Alberto se volvió a mirar a sus colegas. El chino y el gordo no se molestaron en disimular su desconfianza, a pesar de contar a penas dieciocho años, ya había unas cuantas personas a quienes les gustaría que el mulato desapareciera del mapa. No obstante, la única en abrir la boca fue Tere.
    
    — ¡Charnego!
    
    — ¿Qué pasa? —preguntó Alberto, extendiendo los brazos con aparente normalidad.
    
    — ¡Atento!
    
    Alberto le guiñó un ojo a su prima antes de girarse y continuar caminando en dirección al coche. Si en general no entendía los principios por los que se regían las mujeres, ella merecía un lugar a parte. Aunque Tere le había rechazado docenas de veces, nunca disimulaba que sentía algo por él.
    
    — Nada de tonterías —susurró el chófer al mulato al tiempo que deslizaba ligeramente la solapa de su chaqueta, dejándole ver la pistola que portaba bajo la axila.
    
    A pesar de estar en el interior del coche, la mujer llevaba puestas unas gafas de sol Dolce Gabanna, ...
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