1. Amor de madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... considera un arma biológica de destrucción masiva!
    
    — ¿Perdona? —dijo Cuca apoyándose en la mesa, exasperada.
    
    — Ya sé que no se puede mirar estas cosas en internet —se apresuró a puntualizar Mery tras dar un sorbo de agua— Pero, claro, te entran dudas y qué vas a hacer… A ver si por quitarme un par de arrugas me voy a quedar tiesa.
    
    Aquel comentario desdeñoso sirvió para que Cuca corroborara lo que ya pensaba de Mery, que además de ingenua, su amiga era bastante boba. ¡Pues claro que podía sufrir un shock anafiláctico! ¡Qué demonios creía que ponía en el consentimiento informado que le había hecho firmar!
    
    Hacía un par de años que Cuca, tumbada en topless sobre la cubierta del yate, había leído en la revista de la asociación de Medicina Estética que la utilización del bótox como arma acababa de ser prohibida por el Pacto de Ginebra… Pero ese artículo de curiosidad científica le hizo más gracia que otra cosa. A ella los efectos secundarios de la toxina botulínica le importaban un bledo. Lo que Cuca tenía claro era que no quería seguir ganando un mísero sueldo de médico de familia. Demasiadas guardias en La Fe, el Hospital Universitario de Valencia, demasiados pacientes y demasiados años sin llegar a los tres mil euros mientras que su esposo facturaba cifras de decenas de millar casi todos los meses. Así que, gracias al Clostridium botulinum, montó su propia clínica privada y cambió su vieja lancha por un yate de treinta y cinco metros de eslora…
    
    — ¿Quieres que sigamos mañana? —le ofreció Cuca.
    
    — No, no —dijo tumbándose de nuevo en la camilla— Es que soy muy aprensiva, pero, ¿no tendrás un ibuprofeno? No quiero que esta tarde me duela toda la cara…
    
    Cuca, con cierto cabreo, se volvió y abrió un armario lleno de medicamentos, sacó una pastilla de seiscientos miligramos y se la dio.
    
    — No me queda agua —sonrió tímidamente Mery.
    
    Cuca rellenó el vaso y se lo ofreció, arrepentida ya del descuento que había prometido hacerle como amigas que eran.
    
    Mery sorbió el agua y le entregó de nuevo el vaso a la doctora.
    
    — Voy a poner un poco de música. Te relajará.
    
    Evidentemente, la cirujana no pensaba en su paciente, sino en ella misma. Necesitaba relajarse, escuchar la música de la escuela Narayana de Yoga a la que acudía cada tarde para seguir las instrucciones de Carlos Shankar, antes Carlos Fernández, un bribón que había montado su propia escuela de relajación y masajes en pleno centro de Valencia, y con quien Cuca follaba de vez en cuando. Farsante o no, Carlos dominaba los chakras como pocos hombres eran capaces de hacerlo. Aquel socorrista acuático reconvertido en maestro espiritual sabía como concentrar su energía psíquica en su miembro viril, dotándolo de un vigor y aguante impropios en un hombre de su edad.
    
    — Por cierto, Matías me ha contado que un chico que ha entrado este año en San Vicente está molestando a tu hijo.
    
    “¡Vaya por Dios!”, pensó Mery, contrariada, “Ahora quel sitar y los seiscientos miligramos de ...
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