1. Amor de madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... hecho? —dijo rozando con sus manos esas tetas que nada tenían que ver con su discreta y elegante mujer.
    
    Sin dejar de mirar sus pechos, Alfonso deslizó el otro tirante sobre su hombro y el camisón cayó al suelo, dejando a Mery completamente desnuda.
    
    — Sí que me gustan, cariño —dijo, comenzando a sobárselos.
    
    Sí que le gustaban, y mucho. Alfonso acercó su boca al pecho de Mery, le chupó un seno y trató de estrujarlo utilizando los labios. Mery, muy a su pesar, recordó el bisturí cortándole la areola y sintió aprensión. Alfonso seguía vestido con la ropa con la que había viajado desde Suiza y, después de besar la boca de su mujer desnuda, dijo…
    
    — Espera un segundo, por favor.
    
    Se metió en el lavabo. Tarjeta de crédito y rayita de coca. Salió tal y como había entrado y se bajó la cremallera del pantalón.
    
    Se sacó su miembro y comenzó a menearlo mientras contemplaba a su mujer, que lo esperaba tumbada en la cama simulando ser aquella chica tímida a quien él creía haber desflorado.
    
    — Sigues estando muy buena —le dijo, aproximándose.
    
    Mery sonrió con fingido recato, secretamente a gusto consigo misma por haber conseguido excitarle. Cerró los ojos y besó suavemente la boca de su marido a la vez que le acariciaba la espalda. Sin embargo, Alfonso, con un movimiento brusco e inesperado, le dio la vuelta dejándola bocabajo.
    
    — Como una perrita, mi amor —le indicó, susurrándole al oído.
    
    Mery obedeció, se puso de rodillas en la cama, pero Alfonso la empujó con la mano y la hizo inclinar el cuerpo hacia delante, dejándola en una postura sumamente incómoda, en el borde, con el trasero en alto y la cara apoyada sobre el colchón. A Alfonso esa posición, aprendida en sus noches de juerga y sexo de pago, le hacía sentir poderoso. Se colocó enseguida tras ella, completamente vestido, impaciente por tomar lo que era suyo.
    
    Antes de penetrarla, Alfonso puso las manos en las nalgas de Mery y las estrujó con fuerza mientras se miraba la polla. Se sintió satisfecho con el tamaño y la dureza de su miembro, listo ya para embestir. La penetró sin contemplaciones, y Mery notó como aquella lanza la partía en dos. El muy bruto no se había molestado en comprobar si ella estaba lo bastante mojada para recibirle. Ella gruñó de dolor, pero Alfonso interpretó que su mujer se había sobrecogido de puro placer y se puso más cachondo todavía. Se miró la polla, exultante gracias a la cocaína, y se envaneció creyéndose el mejor amante del mundo.
    
    Aceleró el ritmo, gozando de cómo su portentoso miembro entraba y salía de la grupa de su mujer. Vio que ella se tapaba la boca, quizá para no despertar a los niños con sus gemidos. “Qué rabia”, pensó. Él prefería las putas que gritaban. Dominio y sumisión. Se mordió los labios en un intento de alargar el placer que le colmaba en aquel momento, y que suponía a ella también. Un minuto, dos, tres, yendo y viniendo con vigor. “Más rápido”, se dijo a sí mismo. La coca le permitía aguantar. Le encantaba ese extra de vigor ...
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