1. Amor de madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... seguramente las primeras auténticas que veía aquel charnego. La elegante y esbelta señora parecía esforzarse en permanecer inmutable, como si fuese uno más de los lujosos acabados de aquel vehículo, si bien su presencia destacaba tanto como una pantera en un congreso de ornitología.
    
    Resultaba imposible no fijarse en ella y, cuando Alberto miró a su espalda, vio que ninguno de sus amigos perdía la oportunidad de observar a aquella exótica mujer, acaso atraídos por un olor ancestral. Lucía un elegante traje color gris que se ceñía a sus curvas y acentuaba sus encantos, y calzaba unas sandalias de cuña con mucho tacón.
    
    — Buenas tardes —saludó educadamente la mujer cuando Alberto hubo cerrado la puerta— Espero que no estuviera usted ocupado.
    
    La voz de aquella mujer le hizo lamentar de inmediato haber entrado en el coche. El mulato tuvo de pronto la sensación de haber cometido una estupidez, y la certeza de que no iba a ser la última. Lo intuyó todo, pero no hizo nada para impedirlo, de una u otra forma, ya no había vuelta atrás.
    
    — Me llamo Mery Earhart —se presentó la mujer— Me gustaría ofrecerle trabajo.
    
    Alberto ya había supuesto que sólo un asunto turbio llevaría a una mujer así al Ensanche. Sin embargo, antes de contestar, aprovechó su cercanía para examinar a la mujer con más detenimiento. Elegante y esbelta, debía tener unos cuarenta o cuarenta y cinco años, tal vez alguno más. Sus labios, demasiado turgentes para ser naturales, estaban pintados en un tono púrpura frío y reluciente. Su pelo liso y negro contrastaba con la blancura de su piel y, pese a que sus gafas de sol ocultaban la mayor parte de su rostro, a Alberto le pareció el tipo de mujer por el que sería sumamente fácil perder la cabeza.
    
    De hecho, el mulato se percató del disimulado modo en que el chófer miraba a su jefa en el espejo retrovisor, entretanto que ella aprovechaba la impunidad que le daban sus grandes gafas de sol para observarle a él. El mulato le sostuvo la mirada unos instantes, hasta que el azoramiento obligó a la mujer a desviar la vista.
    
    Más de cerca, el mulato observó que aquel bonito vestido gris dejaba al descubierto toda la espalda de la tal Mery. Discretamente anudado en la nuca, se le pegaba como una segunda piel, redondeando aún más aquel generoso busto sobre una cintura mínima. También advirtió que llevaba bastantes pulseras, una discreta gargantilla de oro con un colgante en forma de estrella y una alianza de matrimonio de color negro.
    
    — Gregorio. Demos un paseo.
    
    Alberto no la vio sonreír ni gesticular ni una sola vez, como si tuviera el rostro paralizado. Parecía empeñada en mantener aquel aire reservado, pero resultaba evidente que a esa señora le desagradaba estar en su barrio.
    
    Otra cosa que el charnego intuyó fue que al musculado conductor le hubiera encantado ocupar su sitio junto a su jefa en el asiento de atrás. Habían sido varias las miradas de adoración que el guardaespaldas había lanzado a aquella MILF. En cambio, lo ...
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