1. Amor de madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... gafitas! —le advirtió— Y que ésta no te de miedo. Ahí donde la ves, es una muchacha inocente y pura.
    
    — Gilipollas… —replicó la chica.
    
    David sí se asustó, se había quedado contemplando a aquel matón como un idiota, y la cosa no mejoró cuando intentó mirar al frente, ya que allí estaba la chica, deslumbrándolo. A diferencia del otro, ella era claramente de etnia magrebí. Era muy delgada, y poseía la melena más negra y enmarañada que David hubiera visto en su vida. Era tan alta como él, y trasmitía la sensación de ser realmente ágil y rápida de reflejos.
    
    — ¡Vamos Tere, saca de una vez! —la apremió el otro, revelando así su nombre.
    
    La chica vestía blusa roja y vaqueros, y llevaba un pequeño bolso cruzado en bandolera. Al igual que él, tenía unos ojos verdes resplandecientes. Su piel, del color café con leche propio de su etnia, brillaba salvaje bajo la luz led del local. Todo su cuerpo irradiaba desparpajo y seguridad en sí misma, salvo por un tic: su pierna derecha se movía arriba y abajo a toda velocidad, igual quel pistón de una moto trucada, impaciente por acelerar a fondo y entregar ese exceso de potencia que llevaba dentro.
    
    — ¿Preparado, gafitas? —preguntó, sonriendo con aquellos suculentos labios pintados de rojo.
    
    — ¡Claro que está preparado, idiota! —dijo el charnego, sin dar tiempo a que David contestara— ¡Saca de una vez!
    
    ¡¡¡GOL!!! —gritó el mulato con entusiasmo, al tiempo que Tere daba un puñetazo de rabia sobre un cenicero en desuso.
    
    — ¡Joder, chaval, qué crack! —rio con entusiasmo el mulato por el tanto casi instantáneo que David acababa de anotar— Tú eres David, ¿no?
    
    — Sí —confirmó éste, sin entender.
    
    — Pues yo soy Alberto —dijo entonces, cogiéndole la mano y estrujándola con orgullo sincero— No me mires así, hombre. Me han hablado de ti y, aunque no te lo creas, a partir de ahora voy a ser tu ángel de la guarda, sabes —contestó el maleante con una sonora carcajada.
    
    Aunque la magrebí tenía aspecto de ser muy competitiva, lo cierto fue que Tere jugaba bastante mal al futbolín, o bastante mal comparada con David, por lo que la partida terminó en seguida. La chica lo miró furiosa. David le había metido cinco goles, algo que evidentemente Tere no esperaba. Sin embargo, antes de que David escogiera unas palabras de consuelo, la magrebí metió una moneda para echar la revancha e hizo que las bolas resonaran al caer. Alberto retransmitía a voces las vicisitudes de la partida, sin dirigir la palabra a nadie en concreto. No como Tere que, de vez en cuando, entre bola y bola, observaba a David sin disimulo.
    
    Aunque Alberto y David volvieron a ganar, esa segunda partida estuvo más disputada. El dueño del bar se acercó para ver que todo iba bien. Aunque el propio David se fue tranquilizando, éste se seguía preguntando por qué ese charnego sabía su nombre. Continuaba sin tenerlas todas consigo, de modo que no se atrevió a marcharse.
    
    — Te toca pagar —dijo la chica, extendiendo la mano para que David le diera una ...