1. Amor de madre


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... ella le adelantaría. Se iba a correr en un tris.
    
    Sus convulsiones no fueron lo que se dice discretas. Aquel agónico orgasmo tensó al máximo cada uno de sus músculos, dejándolos inermes después. Sin apenas tocarla, aquel joven la había hecho correrse como hacía años que no lo conseguía. Su clímax fue tan potente que Mery sintió que toda su energía se le desparramaba por el coño, quedando exhausta y casi sin conocimiento. Tanto fue así que Alberto se vio obligado a terminar lo que ella ya no se hallaba en disposición de acabar.
    
    Tras retirarle delicadamente el pelo de la cara, Alberto comenzó a mover las caderas para que su miembro entrara y saliera de la boca de Mery. El chico la trataba lo mejor que podía. De hecho estaba haciéndole el amor, sólo que en la boca. No obstante, tenía la polla tan gruesa que a la pobre le resultaba complicado respirar.
    
    — Me voy a correr… —anunció al fin el mulato.
    
    Mery musitó a modo de asentimiento y, de pronto, aquel pollón se tensó entre sus labios y comenzó a largar un chorro de semen tras otro. La mujer quiso hacer que el muchacho se estremeciera igual que ella lo había hecho e, ignorando el torrente de esencia que amenazaba con atragantarla, la inglesa comenzó a trazar círculos con su lengua alrededor del glande de Alberto mientras éste eyaculaba.
    
    — ¡BUAAGH! —rezongó la valiente marinera con cara de asco una vez que la galerna había amainado.
    
    El placer forzó a ambos a un himpás de espera, que Mery aprovechó para contemplar el falo de aquel bribonzuelo. A pesar de haberse corrido, se erguía como un faro en la noche, preparado y dispuesto a auxiliar a cualquier esposa o madre cuya sexualidad zozobrara a la deriva. Y, en ese instante, la madre de David tuvo la certeza de que esa no sería la última vez que aquel chico habría de rescatarla hundiendo toda aquella masculinidad en sus abismos.
    
    El proyecto de David para aquel verano consistía en salir a la calle lo menos posible hasta que en agosto se marchase de vacaciones con sus padres, en ir a la biblioteca y pasar las tardes de encierro leyendo, jugando con la Nintendo y viendo la tele. Esa era la idea, pero la realidad es que, por muy acobardado que esté, un chaval de quince años no es capaz de pasarse el día entero dentro de su casa, o por lo menos David no fue capaz de hacerlo. Pronto empezó a aventurarse a ir a casa de sus primos, y una tarde entró con ellos en el bar “La Biblioteca”.
    
    Fue allí donde vio por primera vez a Alberto. La Biblioteca estaba en la calle Cáceres, en el barrio de San Mateo, junto al paso a nivel del tren regional. Era uno de esos bares eclécticos y luminosos para jóvenes que proliferaban en aquel tiempo. No era caro, ponían buena música y estaba atendido por chicos y chicas jóvenes, aunque la verdad es que lo que a David y a sus primos más les gustaba de aquel garito eran el aire acondicionado y el futbolín. En fin, ese era un sitio ideal para pasar las tórridas tardes de verano y a David se le antojaba un lugar ...
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