La Quesona y el Viejo Albañil. - Relatos Eróticos

La Quesona y el Viejo Albañil.

... nada a mis padres para no armar ningún tipo de revuelo, aun así, yo me preguntaba que hacía Elpidio hasta esa hora en la casa, pues mis padres salieron pensando que él ya se había retirado, pues de lo contrario nunca se habrían ido dejándome sola con él, seguramente solo se quedó a beber.

Así fue como en los siguientes días Elpidio siempre buscaba hablarme para preguntarme acerca del funcionamiento del celular, ya que el que tuvo anteriormente era de teclas, por lo que no estaba acostumbrado a la tecnología táctil de los celulares modernos.

Mientras le platicaba siempre podía percatarme de que aprovechaba para echarse un buen taco de ojo, además de que siempre aprovechaba para acercarse mucho a mí con la excusa de que quería aprender viendo como yo lo utilizaba, e incluso a veces mientras me concentraba en enseñarle podía sentir su respiración en mi cuello, pero prefería no decir nada por vergüenza, obvio todo esto pasaba cuando mis padres no estaban cerca.

Luego siguieron pasando los días, y a medida que pasaba el tiempo comenzaba a sentir cierta atracción hacia don Elpidio, en especial durante las conversaciones que sosteníamos entorno al uso del celular que le había regalado, y también cuando sentía sus miradas en mi colita y piernas, cuando yo usaba shorts y alguna que otra falda.

La verdad aquello no tenía sentido para mí, y en repetidas ocasiones me cuestionaba a mí misma sobre la atracción que sentía, pues era precisamente eso una simple atracción sexual, a pesar que era un viejo moreno con una panza prominente, nariz chata, bajo de estatura, lo cual podía traducirse para cualquier chica de mi edad como atributos poco atractivos, pero me atraía y no podía hacer nada más que fantasear con aquel señor albañil aquel día que estuve sola en casa con él sin darme cuenta.

Sé que quizás estén pensando que por mi forma de expresarme soy una chica superficial que juzga a la gente, y a lo mejor lo soy, pero pónganse a pensar esto: ¿cuántas chicas de 18 años con mis características han visto en la calle con viejos regordetes tomados de la mano o besándose en la calle?

Eso era lo que realmente me confundía, pero si de algo estaba segura era del hecho de que no era amor, ya que no quería casarme con él ni estar toda mi vida a su lado, era ganas de sexo lo que me provocaba, quería contárselo a mis amigas cuando salíamos de date los fines de semana al antro, pero ¡uff! que oso, en especial cuando me preguntaban por mi novio que estaba en el extranjero estudiando, y yo me soltaba a expresar todo lo que sentía referente a ese asunto, así que en cuanto a lo de Elpidio decidí mejor guardármelo.

Ya habían pasado algunos meses, pues Elpidio como comenté, no era definitivamente el albañil más rápido que digamos, a veces lo sorprendía holgazaneando, echándose algunas cervecitas, o tocándose la verga mientras me miraba y yo fingía que no lo veía, dejando a un lado su trabajo, sin embargo, por ser un viejo amigo de mi papá continuó trabajando ...