1. Las refugiadas - El testamento


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... vuelo. Pedro decidió que cenarían en el restaurante del hotel, aunque no durmieran mucho esa noche.
    
    Pero antes de llegar al restaurante pasaron muchas cosas. Para empezar Elena se ofreció a llevarlos al aeropuerto, en lugar de pedir que los recogiera un Cabify. Eso obligó a cambiar los planes de viaje, al menos de vestimenta. Los minúsculos y apretados tops y las breves minifaldas fueron a parar a la maleta de mano para ser sustituida por una falda escolar escocesa a medio muslo para Svetlana y una falda gris por encima de la rodilla en el caso de Anastasia. Blusa y cazadora en el caso de la niña y blusa y la chaqueta a juego en el caso de la madre, además de uno de los cinco sujetadores de talla 100C comprados en el mercadillo a 5 veinte euros. A Svetlana le costó cerrárselo ya que la talla de su madre era un 115E… de la cual también le había comprado un juego. Lo que no cambió es la prohibición a Anastasia de ir al baño desde la noche antes. Nada más llegar al aeropuerto Pedro se puso unas gafas. Eso extrañó a madre e hija. Pasaron el control por separado. Primero él y después, dando tiempo a que se recompusiera y las mirase pasar, ellas dos. Al poco de pasar el control Pedro les indicó un recodo en el que quedaban al resguardo de las cámaras.
    
    —Ponte ahí. Primero te quitas la chaqueta, la camisa y el sujetador. Tú sola, Svetlana solo te puede sujetar la ropa. Luego te pones la blusa y la chaqueta, pero no te abroches los botones de la blusa, solo los de la chaqueta. Y no te gires. Quiero que estés mirando hacia mi todo el tiempo.
    
    —¡Gracias! Amo, ¡gracias!
    
    —Cuando estés vestida te arremangas la falda y orinas en la boca de Svetlana. Más te vale tener puntería y a ti —se giró hacia la hija—, tragar rápido, pues no vais a abrir las maletas no hay tiempo.
    
    —¿Y el sujetador?
    
    —Os seguiré luego a unos pasos. Se lo darás al primer operario de mantenimiento que encuentres. Hombre, por supuesto.
    
    Pedro se alejó al otro lado del pasillo y tocó en la patilla de las gafas para ajustar el zoom. Anastasia se quitó la chaqueta y la blusa. Le costó soltar el broche pues tenía que apretarlo un poco más para conseguir la holgura necesaria pero lo consiguió. Por fin dejó sus pechos libres de la prisión que durante una hora y pico había ceñido su torso. Se recreó en ello antes de ponerse la blusa, pese a que los que pasaban por delante y se quedaban mirándola a sus grandes pechos.
    
    Esperó un poco y cuando pasaban menos hizo que Svetlana se arrodillase. Se levantó la falda y empezó a orinar en su boca. Lo hacía con fuerza, no solo por las ganas que tenía sino porque no quería que la vieran en esa situación demasiado. Le preocupaba más de lo que le había preocupado que vieran sus pechos. Su hija bebió con pericia y no acabó manchada.
    
    Al llegar a la puerta de embarque se encontraron con tres conocidas: Carla Torres, Lyubov Savchuk y Carmen Martín. Se saludaron. Carmen iba con un traje de chaqueta gris y zapatos de salón de tacón bajo, Carla y ...