1. Al viejo de don Margarito le gustan jóvenes


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando antes con aquello. Había cumplido con aquel sucio trato y lo que en verdad deseaba era ir con su amadísimo esposo, quien por fin volvía a casa.
    
    La esposa, queriendo ocultar ante su marido y ante sí misma lo que había hecho, lo recibió con el mayor de los afectos.
    
    —Te extrañé mucho, amor —le decía Mari Paz mientras lo acariciaba de los muslos, hincada ante él quien estaba sentado en la cama.
    
    Alejandro vio que su mujer se mostraba de lo más excitada, subiéndosele sobre el pecho desnudo, haciendo qué éste se recostara mientras ella no dejaba de besarlo.
    
    Cuando ella se deshizo de su ropa, dejando sus pechos al descubierto, a Alejandro inmediatamente se le paró la verga, ya que tenía tiempo de no mojarla.
    
    —Acaríciame Alejandro, te necesito.
    
    El hombre empezó el contacto palpándole la vulva, aun sobre la prenda íntima. Luego, cuando ella se colocó sobre él, se apoderó de sus nalgas.
    
    —Ya las extrañaba —le dijo aquél.
    
    Luego de darle unos buenos chupetones a la verga de su marido le dijo:
    
    —Ya quiero tu verga.
    
    El cónyuge debió haberse extrañado, no sólo de esa manera de expresarse; pues Mari Paz comúnmente no hablaba así; sino de que aquella llevara la iniciativa en esa entrega carnal, sin embargo, embriagado por la calentura del momento, no le dio mayor importancia y siguió sus instrucciones.
    
    Obedeciendo a su mujer se incorporó, hincándose en la cama y apoyándose en la cabecera que quedaba a sus espaldas. Mari Paz, entonces, se colocó en cuatro justo frente a él.
    
    —¿Ya estás bien apoyado? —le preguntó ella.
    
    —Sí amor —le respondió él.
    
    —Pues no te muevas que ahorita me voy a ensartar solita.
    
    Moviendo sensualmente su trasero colocó la punta del tolete de su marido justo a la entrada de su sexo, sin meter manos.
    
    “¡Ah qué rico!”, decía la esposa, mientras la pieza iba entrando y a la vez su marido pensaba: «Me encanta que esté tan jariosa. Se ve que le hice falta», viendo como su propio trozo de carne era tragado por la hambrienta y mojada vagina de su mujer.
    
    —¿Te gusta mi amor? —le preguntó ella volteándolo a ver, en esa posición a cuatro patas como estaba.
    
    —Sí mi amor —dijo Alejandro sinceramente.
    
    La mujer echó hacia atrás las suaves nalgas, devorando así la virilidad de su hombre hasta topar con el vientre, el cual se vio varias veces golpeado luego por el trasero de la dama quien, agarrada de las sábanas que cubrían el colchón sobre el que estaba, tomó apoyo para darse con todo contra su marido.
    
    «Mari Paz está insaciable», se decía Alejandro mientras que su esposa, por su lado, pensaba: «A como dé lugar debo hacerle creer que es suyo, a como dé lugar...».
    
    Y la mujer azotó varias veces su trasero al pubis de su hombre, con toda su fuerza, machacándole así la verga a su amado hasta sacarle un buen chorro de semen.
    
    “¡Aaahhh..!” gritaron ambos al unísono, al conseguir lo que tanto ansiaban. Él: el tan satisfactorio orgasmo. Ella: la pretensión de hacerle creer a su marido que él la había ...
«12...4567»