1. Al viejo de don Margarito le gustan jóvenes


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... mis buenos brincos en la cama y sin resuellos.
    
    Tal fue la forma en cómo dijo esto último que yo me reí en vez de molestarme.
    
    —¡Ya entiendo porque se ha casado tres veces!
    
    —Pues es lo que te digo... pinches viejas, no aguantan los palos que les doy —dijo, e hizo ademan de arremeter con fuerza a una hembra que tuviera delante. Luego se rio.
    
    Mari Paz ni en cuenta estaba del interés de su patrón. Ella estaba casada con un joven pescador.
    
    Mari Paz de seguro lo montaba cada noche, por lo menos así me lo imaginaba pues de ser yo así lo haría. Ya la podía ver, ella triturando el pubis de su macho con su pelvis femenina montada en un falo grueso y venoso haciendo un sexo desaforado, tal cual metlapil sobre metate haciendo masa. Así me los imaginaba mientras la veía limpiar las mesas del restaurante de don Margarito en el entallado y escueto uniforme que el Don la hacía usar. Éste consistía en una faldita negra, entallada, que le llegaba más arriba del medio muslo; la blusa bien escotada; y su infaltable pequeño delantal atado a la cintura.
    
    Y es que viéndola era más que obvio que su marido debía de aprovechársela en la cama. Si yo fuera me la chingaría de a perro, sacándole profundos gemidos a su escueta figura. Me le abrazaría con fuerza para metérsela toda; la abriría bien separada de piernas y así me le seguiría metiendo a su cuerpo para al final inyectarle mi esperma estando bien metido rociándole así su intimidad con mi caliente secreción. De seguro que ella lo agradecería.
    
    Está de más decirlo, pero el cuerpo de Mari Paz parecía rogar por quedar preñado. La naturaleza es así, llegado a su edad es natural que se lo exija; todo llega a su hora.
    
    Tal parecía que Mari Paz tenía un matrimonio de ensueño, sin embargo, Alejandro tenía un gran defecto, le gustaba beber a desmedida. Así como ganaba el dinero lo derrochaba en las bebidas, era por eso que Mari Paz tenía que trabajar. Como siempre había sido chambeadora, eso no le importaba, y no lo veía mal, sin embargo, la exponía a los ojos libidinosos de clientes, pero en especial a los de su patrón.
    
    “Cada día me gusta más la condenada”, me decía el cabrón de don Margarito pese a estar ella a tan sólo unos pasos de nosotros. Sin decírselo lo comprendía, la hembra exudaba un no sé qué que daba a entender que estaba más que apetecible necesitada de ser inseminada. Como ya he dicho, así es la naturaleza, todo llega en su divino momento.
    
    El morboso del Don (y yo mismo) no dejaba de mirarle los sudorosos senos; y la hermosa colita de señora/señorita, envuelta en aquella apretada y cortísima falda, en especial cuando ella se empinaba.
    
    —Hasta mañana don Margarito —le decía al despedirse la muchacha, sin sospechar los sucios pensamientos de su patrón.
    
    —Que Dios te acompañe Mari —le respondía el viejo libidinoso, a quien se le iba endureciendo el miembro nomás la veía retirarse brindándole la espalda y caminando en sensual contoneo. El muy cabrón me mostraba su erección bajo su ...
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