1. Al viejo de don Margarito le gustan jóvenes


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... delante quien indefensa sólo guardaba silencio.
    
    Y es que Mari Paz se veía culpable. Culpable de haber aceptado el trato ofrecido por su patrón, quien se había comprometido a pagar gran parte del adeudo generado por el accidente, siempre y cuando ella se le entregara como mujer mientras su esposo estuviera en presidio.
    
    Mari Paz no sabía cómo volvería a ver a los ojos a su marido después de eso, de eso que don Margarito le estaba haciendo en ese preciso momento, lo que la mortificaba y eso para mí era evidente en la grabación mientras Margarito le chupaba los labios vaginales.
    
    Por su parte: “De verdad que te saben delicioso”, decía don Margarito luego de chupar aquella tierna carne. Goloso se tragó los jugos que inevitablemente se le escurrieron a la hembra.
    
    Como la oyó sollozar, el hombre le dijo:
    
    —Ya no sufras más que ahorita te penetro —y la ensalivó de ahí lo mejor que pudo, humedeciéndole a consciencia la entrada con el fin de dejarla bien lubricada para lo que vendría—. Ahí te voy —le dijo, y el veterano hombre guio su pene a la abertura vaginal de su empleada, aquella mujer que había aceptado eso sólo por verse necesitada. De no ser así...
    
    A pesar de eso gimió levemente cuando el anciano entró en ella. Mari Paz se estaba uniendo sexualmente a un señor mayor, y, ciertamente, se notaba su desencanto. Como tantas otras veces le sucediera con su marido era penetrada, pero ahora lo hacía con un viejo cerdo. Por lo menos así lo calificaba yo. Don Margarito era un viejo bien libidinoso, que había nacido para fornicar y engendrar hijos. “Desgraciado viejo cabrón”, me dije y esperé haberlo dicho en voz baja.
    
    —A partir de hoy te voy a hacer el amor a diario —le dijo el descarado, como si no supiera que para ella aquel acto estaba muy lejos de ser un acto amoroso. Ella lo hacía obligada por las circunstancias.
    
    Luego se la subió para que ella lo montara mientras él le decía: “Te amo; te amo..., jinetéame amor, jinetéame. Anda cariño, móntame, móntame como si fuera tu potro.” Y la agarraba de las nalgas, no sólo con interés de manosearla, sino también para marcarle el ritmo con que él quería que se meneara.
    
    Con deseo de presumirle su potencia, se incorporó cargándola, y así la siguió bombeando en pie.
    
    Joven mujer y viejo hombre así muellearon unidos en sus sexos, pero muy alejados en sus motivos para hacer tal acto. Margarito lo que quería era saciar su lujuria, a la vez que presumir ante cámara lo vigoroso, activo y enjundioso que era; capaz de hacerle el sexo a una mujer joven; pero Mari Paz, por su parte, sólo lo hacía por el bienestar de su marido.
    
    Varias veces lo hicieron y aquél me lo mostraba a través del celular. Claro que aquella relación llegó a un desgaste.
    
    —¡Pinche vieja despreciativa! —le vociferó don Margarito una ocasión que Mari Paz hizo a un lado su cara rechazando así el beso que aquél le quería dar en sus labios.
    
    Y es que esa era la última vez que lo harían y ella lo único que quería era terminar ...
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