1. Lo siento, abuela (1)


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Hidden Words, Fuente: TodoRelatos

    ... la polla de su boca para volvérsela a hundir inmediatamente. Así estuvimos un rato, pero pronto la lujuria me ganaba, la ansiedad agotaba mi paciencia, se la metía y volvía a acelerar. Glok-glok-glok. Embestida tras embestida. Una tras otra. Jadeaba como un perro. Estaba tan alienado que babeaba y mi saliva caía en la frente de mi abuela y corría por sus mejillas.
    
    Hacía 100 grados en ese puto baño.
    
    La pobre trataba de agarrarse de lo que pudiera. Sus uñas ya no hacían efecto. Le pedí que no me dejara de mirar. Tomé impulso y se la metí hasta el fondo. Mi abuela hizo un gemido. Le dije que pronto terminaría. Su nariz se apretaba contra mi pubis. Mi polla se perdió dentro de su boca. Arqueé la espalda, mis músculos se tensaron, mis bolas se apretaron contra su mentón. Y así, sin dejar de mirarnos, me comencé a correr como una bestia. Chorros de leche caliente de su nieto golpeaban directamente en el fondo de su garganta. Veía cierto pánico en sus ojos, pero ya era tarde. Mi abuela recibía descargas sin cesar y mis fluidos se perdían dentro de ella. Su boca se llenaba y solo le quedaba tragar para respirar. El morbo me invadía al pensar que estaba alimentando y llenando el estómago de mi abuelita con esperma caliente.
    
    Sujeté su cabeza y no retiré mi pene hasta que perdió toda su hinchazón. Ambos estábamos agitados. Ella tomaba aire y se limpiaba el sudor y la saliva. Me incliné e instintivamente nos dimos un beso. Ella me sonrió nerviosa, tomó por fin el jabón y comenzó a aplicárselo. Nos bañamos, nos vestimos en silencio y la dejé en la cama.
    
    —Abu…
    
    —Está bien…
    
    —Perdona si fui un poco bruto —le dije descaradamente.
    
    —Un poco, Fernando —ya no era “hijito”—. Pero da igual, solo que…nunca pensé que haríamos eso.
    
    —Lo siento, Abu. Supongo que me dejé llevar por la emoción.
    
    —Está bien, solo que…no podemos hacer esto, hijo. Es pecado. Lo sabes. Imagínate se enteraran tus padres o tus hermanas.
    
    —Nadie va a saber, Abu. Y no es pecado si hay amor entre los dos.
    
    —No, yo soy tu abuela, Fernando. Solo…me dejé llevar también. Tanto tiempo sola…pero no, esto fue solo algo de una vez, para que te relajaras.
    
    —Entiendo.
    
    —Que te quede claro, por favor —había endurecido la voz—. Ahora hazme un favor y ve a regar las plantas, ¿quieres?
    
    —Sí, Abu —salí y cerré su puerta.
    
    Bajé a la cocina, descorché un vino y me fui al patio con una copa y un cigarrillo. No podía creer lo que había pasado. Fantasías recorrían mi cabeza. Deseaba a mi abuela. Quería estar dentro de ella. La imaginaba en cada postura, en cada lugar. En su cama, en la mía, en el sillón, me la quería follar de pie junto a la ventana. Pero había sido algo de una sola vez. Ella me lo había dejado claro.
    
    Le di la última calada al cigarrillo y fui a regar las plantas teniendo por lo menos una cosa clara: ese día algo se había roto, habíamos cruzado un límite. 
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