1. Lo siento, abuela (1)


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Hidden Words, Fuente: TodoRelatos

    ... ¿cuánto tiempo estuvo allí?, ¿cuánto habrá visto?...y la que gatilló todo: ¿le habrá gustado lo que vio?
    
    ***
    
    Odiaba limpiar y ordenar, pero no quería que ella hiciera nada más que sus asuntos personales. Sin embargo, sabía que algo sí le costaba mucho: el baño. Mi madre, suponiendo que me generaría una incomodidad tremenda, me había advertido que tendría que ayudarla con eso mientras ella no llegara. Y sin peros.
    
    Había llevado un bañador para ayudarla, pero después de todo lo que había pasado anoche, quería probar algo más. Decidí dejar el bañador en mi cuarto.
    
    Mi abuela dijo que no me preocupara, que podía sola, pero era evidente que no. A su edad, sin siquiera contar lo de la rodilla, ya era un problema meterse a la bañera.
    
    —Bueno, pero no debes mirar, Fernando. Me da vergüenza.
    
    —Tranquila, Abu, no miraré.
    
    El agua comenzó a correr y el vapor no tardó en emerger.
    
    Ella se reía un poco nerviosa y cada tanto, de forma juguetona, me insistía con que no se me ocurriera mirar. La ayudé a ponerse de pie y noté que la crema le había hecho efecto, no mostraba signos de dolor.
    
    Primero, se quitó el camisón. Luego, el brasier, dejándolo caer mientras se cubría con un brazo. Dándome la espalda, con la otra mano se quitó las bragas, ayudándose con las piernas a llevarlas al suelo, mientras la sostenía. Por supuesto que miré, con los ojos entrecerrados. Mi abuela poseía un bello cuerpo pese a tener un poco de sobrepeso. Aún mantenía todo medianamente firme. En su juventud había sido una persona muy activa y saludable, y los resabios de aquella época se podían notar todavía.
    
    La ayudé a entrar a la bañera. Era gigante para ella, pensé.
    
    Me pidió que le alcanzara la botella de jabón. Estaba en una repisa arriba de donde ella se encontraba sentada, por lo que me tuve que estirar para intentar alcanzarlas. Me costaba. Fingí tropezar y me mojé la ropa.
    
    —¡¿Fernando, estás bien?!
    
    —Sí, Abu, tranquila. Solo un poco mojado.
    
    —Toma la toalla y sécate —dijo mientras apuntaba la toalla con la mano libre.
    
    “Ahora”, pensé. Me empecé a quitar la ropa. Camisa, pantalones, calcetas, y finalmente el calzoncillo. Todo de espaldas a ella.
    
    —Abu, no mires.
    
    —Chiquillo, que te conozco desde siempre.
    
    —Yo también, pero tú me lo pediste antes.
    
    —Bueno, bueno —cerró los ojos.
    
    Me metí a la bañera con cuidado hasta quedar frente a ella.
    
    —No mires, Abu —insistí.
    
    Era mejor que no lo hiciera, porque a 10 centímetros de su dulce boca tenía la polla de su nieto, tiesa como mástil, apuntándole directamente a la cara. Era una visión impactante.
    
    Empecé a buscar el jabón en la repisa sobre su cabeza.
    
    Cuando bajé la mirada, me di cuenta que ya no se estaba tapando, había dejado sus tetas al descubierto. Tampoco tenía los ojos cerrados. Estaba mirando embobada la erección de su nieto.
    
    La temperatura había subido y el vapor conquistaba el baño.
    
    Con sus manos empezó a acariciar mis muslos. Sonreía y me miraba dubitativa. Mi pene ...