1. Lo siento, abuela (1)


    Fecha: 08/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Hidden Words, Fuente: TodoRelatos

    ... tenía espasmos y se mecía frente a ella.
    
    No dijimos una palabra. Hubo un silencio de cinco segundos y ella lo comprendió. Con una mano tomó la base de la polla y empezó a acariciarla lentamente. Lo hacía mientras la observaba con detención, como si fuera la primera vez que veía una. Con la otra mano me hacía cariños en la pierna, en las caderas, en el abdomen.
    
    Su pequeña mano subía y bajaba por mi polla.
    
    Calor, vapor.
    
    Me peiné hacia atrás con la mano y comencé a limpiarme el sudor de la cara cuando lo sentí. Un calor húmedo me envolvió la cabeza del pene. Mi abuela se la había metido en la boca y había empezado a chuparla como si fuera una paleta. Con ambas manos tomaba el tronco y la empujaba hacía su boca.
    
    La soltó, la miró y se la volvió a meter en la boca. Yo trataba inútilmente de agarrar las paredes por el placer que me provocaba. No podía creerlo. Empezó a hacer fuerza y se la hundía cada vez más. Un poco, luego otro poco. Quitó sus manos y las posó abiertas en muslos. Siguió a su ritmo y, pese a que le costaba comérsela, hacía el esfuerzo.
    
    Andrea me la había chupado algunas veces, pero no así. No con esta dedicación. Esto era algo único.
    
    Me atreví. Suavemente tomé su cabeza por detrás y la empecé a empujar hacía mí, al mismo ritmo de sus movimientos. Ella mandaba. Cada vez más rápido, cada vez más adentro. Veía cómo sus labios apenas podían cubrir la carne. Mi verga entraba y salía. Empujó un poco más hasta que llegó a su tope. Mi abuela se la había engullido casi entera y se la dejaba adentro por unos segundos. Si no tenía la experiencia, tenía la creatividad suficiente para mamarla.
    
    Ese fue un punto de quiebre. Ya no pensaba, no razonaba, solo quería correrme, pero algo me lo impedía. Necesitaba probar algo más.
    
    Un demonio se había apoderado de mí. Ya no me importaba nada. Entrelacé los dedos de ambas manos en la parte posterior de su cabeza, y poco a poco fui acelerando el ritmo. Sin culpa, empecé a follarme la boca de mi Abu como si fuera un orificio más. Un orificio más al cual follar. Machacándola como si fuera un coño.
    
    Sus ojos llenos de lágrimas a ratos mostraban complicidad, a ratos sumisión, a ratos rogaban clemencia. Ella abría la boca todo lo que podía. Ya no movía el cuello a voluntad, su cabeza estaba fija agarrada por mis manos. Solo tenía que recibir. Mis bolas golpeaban su mentón al ritmo de las embestidas. Hilos de saliva se adherían a mis huevos. Aceleré. La cabeza de la polla siempre dentro de su boca, solo entraba y salía el tronco de manera frenética, usando su lengua constantemente como lubricante. Glok-glok-glok. Mi abuela se aferraba a mis muslos, los apretaba, enterraba las uñas. Cada vez que aceleraba, más fuerte las clavaba.
    
    Cada tanto bajaba la intensidad, le acariciaba el cabello y la frente. Ella se relajaba un poco. Era lo mínimo que podía concederle ante tamaño trabajo. Con una mano sostenía su cabeza, ponía mi palma sobre ella y un pulgar en su ceja, y con la otra sacaba ...