1. Calista.


    Fecha: 06/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... papi … dime …
    
    —Bueno … tu sabes … hay ocasiones en que una persona no logra vivir sus sueños junto a otra … la relación se enfría …
    
    —¿Me estás hablando de ti y mamá? …
    
    —Sí, hija … es así …
    
    —Papi, yo me lo presentía … ¿sabes? …
    
    —¿Deveras, cariño? …
    
    —Papi, tal vez es bueno para ti y para mamá … ¿Puedo quedarme aquí contigo?
    
    —Por supuesto, hija … esta es tú casa
    
    Me incliné hacia ella y nos abrazamos. Su perfume era maravillo. Repentinamente sentí sus labios carnosos sobre los míos.
    
    —¡Mmmmmm!, papi … entonces te tengo todo para mi solita … eres todo mío …
    
    —Está bien … esta bien, hija … lo superaremos juntos, bebé …
    
    Me levanté y saliendo de su dormitorio, me detuve un segundo a mirar a mi hermosa hija, ella me saludo con su manito y una amplia sonrisa.
    
    Los siguientes meses fueron un poco difíciles de llevar, tuve que reorganizar mi via, administrar la casa, compra de vituallas para mi y mi hija, aprender y experimentar en la cocina y todas esas cosas que generalmente hace una mujer, pero me acostumbré. No extrañaba a mi ex, excepto por las noches me faltaba su cuerpo donde me desahogaba carnalmente. No es que nuestra vida sexual fuese el paraíso en tierra, pero eso siempre se extraña, sobre todo porque mi exesposa era una bella mujer. Después de un par de meses de celibato se volvió difícil de soportar, así fue como me fui acercando cada vez más a Calista, por las noches cuando veíamos televisión la abrazaba y mantenía junto a mí, comencé a sentir maripositas en mi estómago y un cosquilleo en mi bajo vientre.
    
    Esa noche me acosté temprano, necesitaba dormir bien, el día había sido extenuante. Una de las secretarias de la empresa se había presentado con un vestido bastante revelador que rallaba en lo vulgar, pero los contornos de su cuerpo sensual se destacaban muy claramente, la abertura del vestido al costado permitía ver gran parte de su muslos bien torneado. Tenía mucho semen acumulado y está visión me perturbo bastante, mis bolas ardían, tenía que hacer algo al respecto. Estaba acostado sin mi pijama bajo el edredón, solo con mis boxers y estaba a punto de tomar la “situación” en mis manos para intentar un desahogo cuando sentí que llamaron a mi puerta:
    
    —¿Eres tú, hija? …
    
    —¡Sí!, papi … ¿Estas despierto todavía? …
    
    Su hermoso rostro lucía un tanto consternada y preocupada.
    
    —Dime, hija … ¿Qué necesitas? …
    
    —Papi … ¿Puedo preguntarte algo? …
    
    —Por supuesto, bebita … ¿Qué es lo que quieres saber? …
    
    Mi hija estaba vistiendo su camisón de noche que a mala pena cubría su trasero redondito y firme, vino a sentarse al borde de mi cama con cierta aprensión y vacilación.
    
    —Vamos, cariño … ¿Qué es? …
    
    —Pues … ¡emh! … no se como empezar, papi … desde hace tiempo que quería preguntarte …
    
    Me deslicé de debajo del cobertor y me senté junto a ella, poniendo mi brazo alrededor de su hombro. Ella titubeaba y no se atrevía a mirarme.
    
    —Fuerza, gatita … dime ¿Qué es? …
    
    —Bueno, papi … ¡emh! … ¿Crees ...
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