¿Un sueño hecho realidad? (7) - Relatos Eróticos

¿Un sueño hecho realidad? (7)

... amor?

—Sí, sí, mi vida… —Perdía la voz por momentos, aferrada al culo de Markus.

Oli se corrió escandalosamente entre besos y embestidas, medio ida y con los ojos en blanco. Markus bajó un poco el ritmo y le devoró las tetas con furia. Ella se dejaba hacer, poseída por oleadas de placer, hasta que sintió un mordisco y gritó con la voz entrecortada:

—Con cuidado, muchachito… ¿Nunca te dio de mamar tu madre?

Pidió perdón el alemán, ya con la respiración agitada anunciando corrida. Oli le propinó una larga azotaina en el culo y le susurró al oído:

—¡Qué aguante! Descarga cuando quieras, que yo estoy a puntito…

Markus aprovechó un descanso de Antonio para comerle la boca a Oli, soltar un bufido sonoro y berrear:

—No puedo más… —Se derramó en abundancia gracias a aquel coño soberbio que le comprimía la polla como el de una virgen y Oli se volvió a correr entre espasmos, con la boca entreabierta y los ojos cerrados…

Quedaron los dos jadeando de agotamiento: él sobre sus tetas y ella aún amarrada a sus nalgas como si tuviera miedo de que saliera huyendo. Oli abrió los ojos y dio un soberano morreo a Antonio, que ya la tenía dura del espectáculo.

—Espera un poquito, amor, que en cuanto estemos listos te doy el culo. —Volvió a besarlo con ternura.

Markus se dejó caer en su toalla y Oli le quitó el condón. Al verlo tan lleno de lefa exclamó:

—¡Pues sí que me tenías ganas, muchacho! Las palabras se las lleva el viento, pero las corridas no engañan. —Guiñó un ojo y él sonrió de lado sin abrir los ojos.

Tan pronto hubieron tomado aire, fueron Oli y Markus a lavarse y a jugar un ratito solos al mar. Él la rodeó como si la estuviera sacando a bailar, con la boca pegada a su oído:

—Me han encantado el polvo… Nunca lo había hecho en la playa y me alegro de que fueras tú la primera. ¿Te ha gustado a ti?

—Sí, mucho. Nunca había visto ese tipo de condones. Pero lo mejor es lo que va dentro… —Sonrió y comenzó a meneársela despacio.

—Sois estupendos… Ya puestos a pedir… —Le dirigió una mirada pícara y la besó.

—Lo que tú quieres lo estamos deseando todos… —Correspondió al beso sin dejar de magrearle la polla, en alternancia con los huevos.

Costó un poco resucitar aquella verga, más gorda que larga, después del esfuerzo. Pero la Oliva que estaba en Ibiza había hecho un máster en follar como es debido, así que, ni corta ni perezosa, se dejó magrear las tetas mientras con una mano le meneaba bien la tranca y con el dedo índice de la otra, acechaba el culo de Markus. Él no se oponía, disfrutando del cosquilleo de las olas en la piel y de otro cosquilleo cada vez más intenso en el bajo vientre.

—¿Puedo, rubito?

—A una mujer con esas tetas y ese coño le dejo que me haga lo que quiera… —dijo plantándole un morreo.

Entró el dedo en el ojete del alemán con un suspiro de aprobación. Un par de meneos más por delante, bien acompasados de la exploración digital por detrás, convirtieron los suspiros en jadeos. Oli ya ...