1. ¿Un sueño hecho realidad? (7)


    Fecha: 03/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: DiosaNix, Fuente: TodoRelatos

    Después de aquel reencuentro con Markus, pusieron rumbo a Ses Salines, al sur de la isla, con todo preparado: agua en abundancia, cerveza sin alcohol, sándwiches variados y fruta para pasar la tarde. Ya en el coche, justo antes de arrancar, Antonio le dijo:
    
    —Debes saber que Ses Salines son varias calas nudistas. Pero no estés preocupada: son tan pequeñas que no nos verá nadie. Será como estar en una mini-playa privada. —Sonrió.
    
    —Hice topless alguna vez, de adolescente y luego de joven, pero a mi ex no le gustaba. —Torció el rictus—. Apuesto a que tú también has hecho nudismo…
    
    —Con Sofi muchas veces, a ella le encanta. Bañarse sin nada es una sensación estupenda. ¿Tú no te duchas desnuda? Es similar…
    
    —No suelo estar desnuda delante de la gente… —Rio.
    
    —Todos nacemos desnudos. Y todos tenemos lo mismo: piel, músculos, venas, sangre. —Le dio un beso largo—. Al final, la basura religiosa que nos meten en la cabeza condiciona más que la realidad. En las playas nudistas no hay mirones, te lo aseguro.
    
    —La ropa húmeda es peligrosa para la piel. Se seca mejor al aire por sí sola. Tendré que probar. —Volvió a sonreír envolviendo con su mano la de él sobre la palanca de cambios. A esas alturas del viaje y del verano, derribar un prejuicio más ya se había convertido en costumbre.
    
    La zona de Sant Josep, donde se enclavaba Ses Salines, no se parecía a Portmany. En lugar de arenales de mediano y gran tamaño, la costa estaba salpicada de pequeños abrigos rocosos, que creaban separaciones naturales con zonas de arena sobre el inmenso azul del Mediterráneo. Imposible conseguir más privacidad por gentileza de la geología. Acababan de aparcar cuando vieron a lo lejos un brazo agitándose. Era Markus con sus pecas, sus ojos transparentes, un bañador verde, una camiseta blanca y una bolsa al hombro.
    
    —¡Hola! —Acabo de llegar. —Sonrió, observando el kaftán de Oli bajo el que se marcaba un biquini naranja con sujetador escotado anudado al cuello.
    
    —Nosotros también —dijo ella—. ¿Has venido bien preparado, como hablamos?
    
    —Por supuesto. —Guiñó un ojo, estrechó la mano a Antonio y dio otro pico a Oli, como la noche anterior.
    
    Enseguida encontraron una cala vacía. Era una estrecha lengua de tierra, más bien regular, bordeada de rocas blancuzcas de distinto tamaño. Bastante lejos, dos parejas de hombres tomaban el sol y se besuqueaban a ratos. Si estaban tumbados en las toallas, era imposible verlos, como también ser vistos. Dispusieron los bártulos. Antonio fue el primero en dejar a la vista su eterno bronceado integral, algo más brillante debido al sol. Markus mostró un cuerpo delgado, aunque de constitución más ancha que la de Antonio, lleno de pecas y con una entrepierna rubia de la que colgaba una polla bastante gruesa, coronada por un glande sonrosado. Contagiada de tal naturalidad, Oli se desprendió primero de la braguita alta y luego del sujetador. Aunque ya estaba algo morena, su tez era más bien blanca y los pechos mostraban su falta de ...
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