Una familia muy unida II - Relatos Eróticos

Una familia muy unida II

... mi sobrina?

- No, no demasiado. Hemos coincidido en el trabajo, pero hace poco que trabaja en la empresa.

- Sí, me contó hace unas semanas que había encontrado un trabajo nuevo, que la gustaba mucho más que lo que había hecho hasta ahora, y que estaba muy contenta con la nueva gente, sobre todo con un tío en especial –me dijo.

- Me alegra saber que está contenta. Nosotros con ella también lo estamos. Es trabajadora y responsable, y aprende con facilidad.

- Sí, Yasmín es buena gente. Es una mujer muy responsable e inteligente, y capaz de dar siempre lo mejor de sí misma.

- Sí, la verdad eso es lo que, hasta ahora, ha sucedido –respondí.

- No te preocupes, ya sé que has conocido a Yadire, la prima de Yasmín –me soltó a bocajarro.

- Yo… perdón, no sabía que vosotros estabais al tanto –dije como pude.

- Supongo que Yasmín te ha advertido de que no somos una familia al uso, somos un poco…, como decirlo, peculiares. Sí, peculiares es la palabra.

- Sí, sí. Yasmín ya me advirtió.

- Bueno, espero que todo ello no te haga pensar mal de nosotros o tener algún tipo de prejuicio –me dijo Roel mirándome por primera vez directamente a los ojos.

- Para nada, Roel. Considero que cada uno es muy libre de hacer de su vida lo que quiera, y de vivir su sexualidad cómo más le apetezca.

- Bien, Dani, bien –y apoyando su mano en mi espalda, me encaminó hacia la salida, para dirigirnos de nuevo al jardín.

Una vez que estuvimos otra vez arriba, nos unimos a la conversación que tía y sobrina mantenían aunque ambas, cuando nos vieron aparecer, nos miraron de arriba abajo y pareció cambiaron de tema de conversación.

Nos servimos unos vinos blancos con un pequeño aperitivo, mientras Roel y yo nos dedicamos a preparar algunas cosas en la barbacoa que Yasmín y Verónica trajeron desde la cocina: costillas, chorizos, chuletas y algo de panceta. Todo un homenaje al colesterol.

Poco a poco fuimos degustando la comida. En principio ninguno tomamos asiento, pues el estar pendientes de la barbacoa e ir poniendo y retirando alimentos en ella hacía que estuviéramos constantemente yendo y viniendo desde la mesa.

Cuando Roel nos acercó las últimas tiras de costillas y algunas chuletas, por fin todos nos sentamos, colocándose Yasmín junto a su tío, y Verónica a mi lado. La conversación era animada y jovial, aunque en mi cabeza seguían resonando las palabras de Roel en la bodega y la experiencia que pude contemplar entre Yasmín y su prima Yanire, realmente no eran una familia al uso, pero me gustaban.

El vino no dejó de correr de copa en copa, y dimos buena cuenta, primero de la botella de vino blanco y, después de la de vino tinto. Cuando Roel fue a echarse una nueva copa y vio que no quedaba más contenido en la botella, anunció que bajaba a por más vino. En ese momento Verónica pareció acercarse a mi aún más de lo que ya lo hacía y, mientras me hablaba de cuánto le gustaba cultivar flores en el jardín, proponiéndome recorrer después ...