1. Tres noches durmiendo en una cabaña con su padre


    Fecha: 24/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... saco:
    
    -¿Jugamos, Dulce?
    
    La muchacha, le respondió:
    
    -¡¿Te has vuelto loco?!
    
    Con la boca a centímetros de la de su hija vio que estaba roja cómo un tomate maduro y le respondió:
    
    -Loco estaría si no quisiera jugar contigo estando a tu lado en una cama.
    
    -¡Eres un pervertido!
    
    -Solo soy un hombre que suspira por ver cómo te mueres de placer en sus brazos
    
    Le dio un pico y esperó su reacción.
    
    -No, papá, no, por favor, no quiero.
    
    Le dio otro pico.
    
    -Deja que te lleve al cielo envuelta en un manto de caricias.
    
    Dulce tenía ganas pero no podía a entregar la cuchara, su decencia estaba en juego.
    
    -No te pongas poético que nada vas a conseguir.
    
    Eugenio se destapó y destapó a su hija.
    
    -Estate quieto.
    
    Le abrió la bata y volvió a ver su cuerpo divino.
    
    -Eres la cosita más sexy que han visto mis ojos.
    
    Dulce, tapó las tetas con sus manos. Con cara de asustada y con sus mejillas más rojas que la sangre, le preguntó:
    
    -¿Qué me quieres hacer, papá?
    
    Con voz de loco y echándole las manos a las costillas le respondió:
    
    -¡Cosquillas!
    
    Dulce se retorció sobre la cama y rio sin parar hasta que su padre dejó de hacerle cosquillas. Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando se los besó. Perro perdido le dijo en bajito:
    
    -Me gustas más que el jamón.
    
    A Dulce le costaba soltarse.
    
    -No digas tonterías
    
    Eugenio le metió la mano dentro de las bragas y la sacó pringada de jugos.
    
    -Estás muy mojada.
    
    Dulce tapó la cara con las manos y dijo:
    
    -!Qué vergüenza!
    
    Eugenio lamió los jugos de la palma y después la quiso besar con lengua.
    
    -No quiero, déjame.
    
    El hombre sabía que era cuestión de tiempo que cayera con todo el equipo, ya que ni la espalda le daba.
    
    -Sí que quieres, lo estás deseando.
    
    Dulce seguía en sus trece.
    
    -No, no quiero que me hagas nada.
    
    Quiso besarla con lengua. Dulce le hizo la cobra y le dijo:
    
    -Si sigues haciendo el ganso se lo contaré todo a mamá.
    
    Eugenio frenó en seco.
    
    -¿ A qué le llamas tú todo?
    
    -A lo de la cabaña, a que no eres vegetariano y cómo me forzaste a hacer algo que no quería.
    
    Eugenio la creyó.
    
    -Está bien, volveré a dormir en el piso para no tener tentaciones.
    
    Dulce estaba de acuerdo, le puso el cinturón a la bata y le dijo:
    
    -Será lo mejor para los dos.
    
    Eugenio cogió una manta, la echó en el piso y se acostó en ella. Unos diez minutos más tarde, le preguntó Dulce:
    
    -¿Duermes, papá?
    
    -Ni duermo ni creo que vaya a dormir.
    
    -¿Aún quieres que te deje?
    
    Eugenio se sentó sobre la manta y le respondió:
    
    -Sabes que sí.
    
    Dulce se quitó el cinturón de la bata, la abrió y sus gordos pezones y sus areolas rosadas quedaron al descubierto.
    
    -Ven y llévame al cielo envuelta en un manto de caricias.
    
    Eugenio se metió en cama, se echó a su lado y acarició sus erectos pezones con las yemas de los dedos. La muchacha, coqueteando, le preguntó:
    
    -¿Tengo unas tetas bonitas, papá?
    
    Eugenio le respondió:
    
    -Las tienes preciosas.
    
    Lamió y ...
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