Las mujeres de mi familia (V) - Relatos Eróticos

Las mujeres de mi familia (V)

... apareció ante mis ojos. Miré a Uxue y me hizo un gesto afirmativo con la cabeza, incluso su madre hizo lo mismo, con rostro resignado. Tras abrirla, bajé varios escalones, todo estaba a oscuras. Utilizando la linterna del móvil, iluminé ese sótano. Tras un vistazo rápido, vi a una muchacha con muy mal aspecto acurrucada en una esquina. Tenía el pelo muy largo, castaño. Debía tener mi misma edad.

- ¿Quién eres?

- Soy Gianna, ¿y tú?

- Yo me llamo Piero.

- ¿Eres hijo de Damiano?

- Sí, ¿cómo lo sabes?

- Porque soy tu hermana melliza.

La joven me explicó que un año atrás, escuchó a nuestra madre hablando con la abuela y lo descubrió todo. Por lo visto, ella nunca había estado de acuerdo en el estilo de vida que les habían impuesto, pero descubrir la verdad fue lo que hizo que intentara huir de allí y buscarnos a mi padre y a mí. Tras varios intentos, Emilia decidió encerrarla allí abajo. Gianna no sabía que yo llevaba meses en la casa ni que nuestro padre había muerto.

No tenía tiempo para plantearme la veracidad de la historia. Cogí a mi supuesta hermana, dispuesto a irme de allí con ella. Mi madre apareció e intentó arrancármela de los brazos, pero le planté cara y los dos huimos a pie. No paramos hasta llegar al pueblo. Vista a la luz del sol, era imposible negar que Gianna era mi hermana.

Nos instalamos en la gran casa de nuestro padre, con la esperanza de que nadie nos pusiera impedimentos. La gran influencia que mi padre tenía en ese pueblo nos ayudó enormemente. Yo volví a los estudios y Gianna siguió un plan especial de educación para intentar ponerse al día. Fue realmente complicado deshacer años de mentiras y creencias erróneas. Me sentía muy feliz de haberme podido llevar una parte de esa masía conmigo, haber rescatado a una persona, la que más lo necesitaba. Pero echaba de menos a Uxue.

La tranquilidad por fin había llegado a nuestras vidas, hasta que ocho meses después, llamaron a la puerta. Al abrir, me quedé petrificado. Había una cesta con un bebé recién nacido.

- ¿Quién era? - Preguntó Gianna desde la cocina.

- La cigüeña acaba de traer un bebé.

- Entonces era cierto que una de ellas estaba embarazada. - Respondió.

- Sí, debe de ser un niño, por eso me lo envían.

- Te equivocas. - Dijo una voz desde detrás de la puerta.

Abrí corriendo y vi a Uxue con una sonrisa de oreja a oreja. Nos fundimos en un abrazo al que enseguida se unió Gianna. Nos contó que la situación en la masía estaba peor que nunca. Mi madre había tomado el control, endureciendo todas las normas y restricciones. No era un buen lugar para cuidar a nuestra hija y consiguió huir con la ayuda de su madre y la complicidad de la abuela, comenzando así una nueva etapa en nuestras vidas. Una llena de amor.

Epílogo

Díez años dan para mucho. Como para ver crecer a nuestra hija y darle un hermanito, el pequeño Damiano. Gianna, con la mitad de la fortuna que heredé, se convirtió en una mujer de negocios y llevaba años afincada ...