Las mujeres de mi familia (V) - Relatos Eróticos

Las mujeres de mi familia (V)

El verano estaba llegando a su fin y seguía teniendo pendientes algunas tareas. Había conseguido decirle a mi tía que no quería tener más sexo con ella. Ni siquiera me preguntó el motivo, solo me dijo que tendría que enseñarle a montar en bicicleta a ella también. Sabía que con esa decisión perdía grandes momentos, pero había encontrado el reemplazo perfecto en su hija.

Conforme iba avanzando el tiempo más aumentaban mis sentimientos por Uxue. Yo no quería que eso sucedería, no podía dejarme ir y calificar aquello de amor, porque mi estancia en la masía tenía fecha de caducidad y ella estaba condenada a seguir allí para siempre. Aun así, intentábamos pasar el mayor tiempo juntos, lejos de las miradas del resto de mujeres. Solo Uma sabía lo nuestro y nos encubría a regañadientes.

El sexo entre los dos era perfecto. Enseguida alcanzó mi nivel y disfrutábamos de horas y horas follando. Nuestros cuerpos desnudos y ardientes se fundían en uno solo hasta alcanzar orgasmos increíbles. A pesar de todo eso, ella seguía siendo fiel a las creencias que le habían inculcado. Pensaba que yo era una excepción dentro de los malvados hombres y que el objetivo de una buena mujer era vivir con sus congéneres e intentar traer más niñas al mundo. Aun así, conseguí romper una de sus reglas y dejé de eyacular en su interior. Ya nos la habíamos jugado demasiadas veces.

- Piero, ¿recuerdas que al principio sentía calor entre las piernas cuando te veía?

- Sí, una forma muy peculiar de expresar tu excitación.

- Ahora siento ese calor en el corazón.

- Yo siento lo mismo.

- ¿Crees que es amor?

- Puede ser, pero mejor no pensar en eso.

- ¿Por qué?

- ¿Estarías dispuesta a abandonar este sitio conmigo?

- No, yo pertenezco a este lugar.

- Pues por eso, Uxue.

- Pero hay algo que deberías saber...

- Déjalo, prefiero que no te metas en más líos.

Mantenía la esperanza de que cambiara de opinión, pero parecía algo imposible. Debía quitarme de la cabeza esa absurda idea del amor y de tener un futuro junto a mi prima. La mejor idea que se me ocurrió fue afrontar de una vez el encuentro con mi madre. Después de haberme acostado con el resto de mujeres, ella se había convertido en un objetivo, el morbo máximo.

Mi madre seguía siendo la mujer de esa casa que menos atención me prestaba. Fantaseaba con quebrar su orgullo como había hecho con mi abuela. Mi padre siempre me contó que la enigmática Emilia había sido su amante más especial.

Quizás solo lo decía por poner en valor el hecho de que fuera mi madre. O tal vez era una auténtica fiera en la cama.

En los meses que llevaba allí, no tuve constancia de que mi madre bajara al pueblo ni una sola vez. Si eso era así, ella también debía de tener necesidades. Durante el día era casi imposible encontrarla, solía desaparecer por la casa, así que decidí ir directamente a su dormitorio a primera hora de lamañana. Me esperaba que me echara a gritos, pero tuvo la amabilidad de recibirme.

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