1. Los 7 pecados capitales: 6. Envidia


    Fecha: 14/08/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... dar rienda suelta a la imaginación ya exacerbada de ambos, madre e hijo. Ambos tragaban saliva sin saber qué más hacer hasta que así se quedaron dormidos.
    
    Al poco rato, Susana volvía a soñar con su marido. Esta vez, el hombre la sostenía de las caderas mientras su miembro magnífico resbalaba entre sus carnes alcanzando la parte externa de su concha húmeda. Susana, desesperada, movía las caderas tratando de embocar el trozo de carne caliente hasta que de pronto, la punta de la verga del macho se encontró con la entrada a la cueva hambrienta de la hembra y se introdujo profundamente en una penetración que la hizo temblar de pies a cabeza.
    
    Desde hacía mucho que no sentía esa sensación de plenitud, de sentirse llena de pico, con la concha caliente y mojada. El vergón comenzó a entrar y salir de la concha en un movimiento frenético y urgente. De pronto, la verga salió de su vagina que quedó abriendo y cerrando sus labios en un espasmo que la obligó a abrir los ojos. En principio no atinó a entender qué pasaba, pero cuando Edu tomó sus piernas y las levantó sobre sus hombros, solo atinó a gritar:
    
    —¡No!, ¡no, Edu!, ¡nooo!
    
    Pero ya no había vuelta atrás, sus piernas, ahora sobre los hombros del muchacho, se abrieron mientras el chico hundía su cara en la entrepierna materna tocando el clítoris con su lengua, lo que provocó otro grito de su madre:
    
    —¡Aaaagghhh!
    
    Edu tomó el carnoso clítoris entre sus labios y lo estiró saboreándolo con los ojos cerrados. Lo chupó una y otra vez y ante cada chupón, su madre quedaba sin respiración por un instante. Nunca imaginó Edu que comerle el choro a su mamá podía ser tan poderoso en términos de excitación sexual. Su verga rígida boqueaba ante la necesidad de descargarse y, sin pensarlo dos veces, bajó las piernas de su madre y subió sobre su vientre empuñando la enhiesta pichula que se clavó en su progenitora sin darle tiempo a entender que su hijo la volvería a llenar de verga como hacía años no recibía.
    
    Susana cerró los ojos para no ver a su hijo, para no mostrarle lo que estaba sintiendo, para ocultarle que ella también estaba gozando, que su cuerpo la quemaba, que su pico la hacía perder la razón, que su hombría la vencía completamente. Susana sintió vergüenza, pero aun así apretó un poco las piernas para aprisionar la verga de su adorado retoño y sentir en su concha la dureza de la carne quemante. Cuando Edu eyaculó, lo hizo metiendo el pico tan adentro como le fue posible y luego, entre estertores, expulsó su simiente y se dejó llevar por el sopor que lo hizo sucumbir en el regazo de su madre. Su boca quedó atrapando una teta al tiempo que Susana, con los ojos en blanco, temblaba de gozo y de la satisfacción de haber sido cogida por un macho de verdad. De haber sido culeada por su hijo.
    
    Cuando ambos volvieron en sí, Edu saltó rápidamente de la cama sin atreverse a mirar a su madre y se metió al baño. Ese día madre e hijo se ignoraron o no se atrevieron a mirarse a los ojos. Susana se ...
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