1. Besos de madre


    Fecha: 12/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Fantasma Verde, Fuente: CuentoRelatos

    ... lentamente la pantaleta y aquel sensual aroma se intensificó. Tal como imaginaba, su madre no solía depilarse toda el área y apareció ante él una sutil mata de vello muy corto pero abundante. Acarició con los dedos despacio toda su vulva mientras su madre abría más las piernas y dejaba escapar pequeños gemidos cuando se acercaba al clítoris.
    
    Pasó la lengua lentamente por toda su raja, lo que provocó que pegara un brinquito. Entonces puso toda la boca sobre su vagina haciendo círculos con la lengua sobre el clítoris. Graciela estaba extasiada y no paraba de gemir: «¡Sí, mi amor! ¡Justo así!», le decía acariciando sus pechos con ambas manos, y cuando le introdujo un dedo dejó escapar un gemido que muy seguramente se escuchó hasta la calle pero no le importó.
    
    Movía la lengua de arriba a abajo y la penetraba rápidamente con los dedos. Graciela jamás había sentido con tanta intensidad el placer en su interior, lo que le hizo preguntarse si su hijo había estado con otra mujer antes de ella, pues la maestría con la que la masturbaba y estimulaba su vulva tenía que venir de la practica continua. «¡Me voy a correr!» dijo entre gemidos. Manuel aceleró el movimiento de su mano y lamió con más fuerza su clítoris. Su madre convulsionó y explotó en un fuerte y sonoro orgasmo que le hizo cerrar las piernas. Manuel dejó de lamer y le daba pequeños besos en los muslos mientras se recuperaba.
    
    Se levantó y fue directamente a su boca, abrazándola con fuerza. Sus piernas aun temblaban y no había recuperado del todo el aliento, pero quería más. Si giró hasta quedar sobre él y de inmediato se sentó sobre su pene, que apenas podía contener en sus pantaloncillos. La tenue luz azulosa le hacía ver cómo la delgada silueta de su madre se deshacía primero de la bata y luego del sostén; inmediatamente sus manos buscaron las de su hijo y las colocó sobre sus pechos desnudos. Eran suaves y cálidos, y sus pezones grandes y duros. Graciela cerró los ojos mientras comenzaba un lento vaivén sobre el bulto de su hijo. El movimiento hizo que el pene se saliera del pijama y se colocara a lo largo de su raja.
    
    Así estuvieron un rato frotándose hasta que su madre ya no pudo más. Con una mano tomó el glande y lo dirigió a su vulva; estaba tan humedecida que de un solo movimiento lo engulló por completo. No hubo ardor ni molestia como cuando lo hacía con su esposo, así que se quedó estática un momento disfrutando como aquel falo llenaba por completo su interior. Su hijo se acomodó bien y abriendo un poco más las piernas empezó a moverse lentamente. Graciela gemía pesadamente con cada empujón que le daba su hijo que también no dejaba de acariciar sus senos y sus pezones, que no tardo en llevar a su boca. Los succionaba con fuerza al tiempo que masajeaba sus pechos. Después de un rato alternaron el movimiento de sus caderas y tomaron un ritmo rápido y constante. Estaban haciéndolo, finalmente estaban haciendo el amor. Manuel lamía y succionaba con fuerza sus pezones. «Muérdemelos ...
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