1. Besos de madre


    Fecha: 12/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Fantasma Verde, Fuente: CuentoRelatos

    ... acompañaba siempre que podía a hacer diligencias tanto de su trabajo como de la casa. Inclusive después de una discusión, Manuel aparecía para tratar de contentarla o al menos consolarla, sin poder hacer nada a veces para mejorar su ánimo. Ese abrazo inocente de empatía la reconfortaba, pero también le causaba una extraña y placentera sensación que no quería discernir: Manuel era un hombre, y para ella era muy apuesto. Jamás lo había visto con morbo, pero estaba consciente de su físico: era más alto que su padre e incluso, a comparación de él, algo fornido. Había entrado al equipo de americano de la universidad y seguido iba a verlo jugar cuando salía del consultorio. Estaba orgullosa como madre.
    
    No tardó en darse cuenta de las miradas de sus compañeras y poco a poco se fue poniendo celosa. No le gustaba verlo con otras chicas de su edad y no toleraba la idea aún de que algún día tuviera pareja, por lo que evitaba el tema a toda costa cada vez que su hijo insinuaba algo relacionado a eso.
    
    Una noche, Manuel había llegado tarde del entrenamiento y encontró la casa en silencio. Aquello se le hizo sospechoso y de inmediato fue a ver a su madre. Graciela estaba sentada sobre la cama sollozando con ambas manos en la cara, y apenas lo vio entrar lo abrazó con fuerza y se quedaron así un rato. Pronto dejó de llorar, pero aún sentía su respiración descompuesta sobre su pecho. Tan pronto reacción se dio cuenta que su madre solo llevaba un top para hacer ejercicio y sus pechos se veían aún más grandes de lo que eran. Fue algo tan inesperado que Manuel no pudo evitar una erección al sentir su cercanía.
    
    Al cabo de un momento ella lo soltó, pero mantuvo la frente sobre la de su hijo, explicándole cual fue ahora el motivo de la pelea; anímicamente estaba cansada y solo quería salir de esa habitación, pero no podía. Manuel tomó su rostro con ambas manos y trató de calmarla haciéndole saber que él estaría ahí siempre. La intimidad de la cercanía física junto con su atuendo sobrepasó aquel momento madre-hijo y aquello se tornó en algo casi idílico. Ambos lo sentían y él no podía dejar de pensar en sus pechos ni en la blancura de su piel. La mente de Graciela estaba en otra parte y se sentía incapaz de moverse o incluso reaccionar ante la evidente erección de su hijo que sentía entre sus piernas, que lejos de molestarla o sorprenderla, le pareció muy halagador.
    
    Después de un largo silencio Manuel fue acercando más su rostro al de ella y, sin saber exactamente por qué, la besó. Una parte de ella lo deseaba secretamente, más por curiosidad que por morbo y recordaba las veces que, siendo pequeño, besaba todo su rostro. El corazón estaba a punto de salírseles del pecho a los dos y a pesar de que su madre permanecía sin inmutarse, sus labios no se movieron; aunque estaba temblando, se mantenía serena.
    
    Graciela cerró los ojos dejándose llevar, y pronto sus labios empezaron a moverse muy lentamente. Ya no era un beso forzado, sino uno muy cálido y con ...
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