1. Las refugiadas - La venta 5


    Fecha: 07/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... considera que será mejor si se tumba sobre la mesa para proceder al examen de… de… su… otra cavidad.
    
    —Espero que tenga nuevos guantes —insistió Jadwiga poniéndose en la posición indicada, tumbada en el centro de la mesa y con las piernas abiertas.
    
    —El sargento no los estima necesarios —tradujo el guardia el exabrupto que soltó el jefe cuando empezó a acariciar el clítoris de Jadwiga.
    
    —Él mismo —replicó Jadwiga encogiéndose de hombros—. Luego que no se queje.
    
    En unos segundos Jadwiga empezó a lubricar y su coño quedó todo húmedo. El jefe empezó a introducir un dedo tras otros, hasta que en apenas quince segundos introducía el puño completo tratando de hacerla daño pero sin que se notase demasiado. Jadwiga acostumbrada a esta práctica y al uso de grandes dildos apenas notó una molestia que creció levemente cuando abrió la mano y empezó a recorrer su vagina con los dedos en toda su extensión.
    
    El sargento dijo algo en lituano.
    
    —Mi jefe ha encontrado lo que ocultaba y va a proceder a su extracción —avisó el guardia sin mirarla—, espera no hacerle demasiado daño.
    
    Jadwiga se encogió de hombros. Había notado por dónde iban los dedos y suponía lo que había encontrado.
    
    —Dígale por favor que lleve cuidado par ano mancharse de sangre —avisó Jadwiga, el guardia no tradujo nada.
    
    El sargento extrajo el objeto de plástico o goma que había encontrado y lo volcó hacia sí para examinarlo. Un gran goterón rojo cayó sobre su uniforme. Soltó un nuevo exabrupto.
    
    —El sargento le pregunta por la naturaleza del objeto que ocultaba y qué es lo que… le ha manchado.
    
    —Lo que tiene en su mano es mi otra copa menstrual —explicó Jadwiga señalando a la copa de plástico que había dejado sobre la mesa—. Y como su nombre indica tiene como función retener la sangre de mi menstruación para evitar que vaya goteando por ahí.
    
    »Ahora, si es tan amable —prosiguió—, de tomar mi copa de reserva con una toallita húmeda… Por favor no la toque con los dedos. Pásemela, para que me la pueda poner y no ir ensuciando todo.
    
    »E informa a su jefe que con lo que se ha manchado las manos… y me temo que la camisa, es mi sangre.
    
    El guardia tradujo a su jefe, pero no se movió. Este, cuando recibió la información lanzó la copa a Jadwiga que la cogió al vuelo y la dejó en la mesa y luego se inclinó sobre la papelera empezando a vomitar.
    
    —¡Será mejor que no hagas nada! —gritó Jadwiga al guardia cuando vio que empezaba a moverse—. ¡Ya me encargo yo!
    
    El guardia no le hizo caso, pero su movimiento fue hacia su jefe para auxiliarlo. Eso dio tiempo a Jadwiga para ponerse de pie, andar hasta el paquete de toallitas, dejando un rastro de gotas de sangre que aún caían por la forma como le había extraído la copa, y usar unas cuantas para limpiarse. Después, con algunas más en las manos, se acercó a su copa limpia y la repasó. Entonces se acuclilló y procedió a introducirse la copa. Volvió al paquete y uso unas cuantas más para limpiarse tanto la zona afectada como las ...
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