Keya La granja de Silvia. Cap.17 - Relatos Eróticos

Keya La granja de Silvia. Cap.17

... nociones bastante claras de la anatomía humana. Ahora mismo estoy con la mano abierta, y si bien el recto es bastante elástico, tampoco puedo abrir los dedos como si saludara. Por otra parte el recto empieza a doblar y está todo muy conectado por el tejido conectivo, no es cuestión de revolver a lo loco acá dentro, porque los daños pueden ser fatales.

Nadie sabía si Silvia hablaba con conocimiento de causa, pero el efecto estaba logrado. Keya estaba absolutamente entregada y ella quería ponerla consciente de su entrega total.

- Es así. Esta potranquita entendió quién es la que manda, y acepto entregarse. Pero antes de ella hubo otras que se pusieron rebeldes y hoy están usando pañales por el resto de sus miserables vidas. Si hay algo que no me gusta es la rebeldía estúpida de cuando sabes que no tienen oportunidad y así y todo se ponen ariscas. Y lo que menos me entusiasma es un animal estúpido.

- Pero mira esta dulzura, como para el culo y baja el hocico…así es como me gustan, y por ser tan obediente, ahora la vamos a hacer viajar el país del placer, porque yo también se dónde tocar para ponerlas loquitas.

Silvia no dejaba de regodearse en su poder y empezó a recorrer al Keya de una forma más impetuosa, provocando que la yegua comience a mover su cabecita, sabiendo que lo que el brazo de esa mujer quisiera, ella lo iba a acompañar

- aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaayyyyyyyyyyyyyy

El orgasmo fue muy intenso. Keya temblaba e hiperventilaba y no sabía bien adonde estaba, por otro lado Silvia no la dejo descansar mucho y ya volvía a repetir esos movimientos que la habían hecho acabar.

No hubo de pasar mucho tiempo para repetir una nueva acabada, tan fuerte como la anterior. Ahora la potranquita, volvía a temblar y su cabeza estaba totalmente apoyaba contra la mesa, la cual ya no tenía el almohadón y sentía la dureza de la madera sobre su mejilla.

Silvia inmisericordiosamente volvía a estimularla, reclamando un nuevo esfuerzo. El culo de la yegua, por cada acabada se contraía débilmente, pero su falta de tono daba cuenta del esfuerzo anterior, y por cada acabada esa fuerza disminuía. Cuando después de varias acabadas, el culo casi no reaccionaba, Silvia agarro el pelo de Keya y la levanto dolorosamente reclamando un último orgasmo, que logro estimulando aún más, girando, estirando, golpeando con ese brazo que se perdía en el culo de su entregada potranca.

Cuando el último orgasmo devastó a Keya, esta apenas tuvo fuerzas para dejar salir un débil lamento y su culo quiso intentar una última contracción. Eso fue todo, y luego la negrura. Keya se desconectó de todo eso. Silvia la había hecho galopar brutalmente a un ritmo infernal, y el placer recorrido había sido demasiado intenso. Ya habían pasado más de tres horas desde que se subió a ese banco.

Luego de eso, Jorge puso el ...