Keya La granja de Silvia. Cap.17 - Relatos Eróticos

Keya La granja de Silvia. Cap.17

... violentamente las cachas y un nuevo torrente acuoso salió del culo de la yegua. Cuando termino de vaciarse, ya no hubo llanto, solo alivio.

- Muy bien…muy bien… buena chica… ya estas casi limpia. Vamos por la última que es un poquito más grande y terminamos.

El último enema fue con una bolsa de 2 litros. Tras la desesperación del llenado, Keya tenía el abdomen fuertemente abultado, parecía una embarazada de meses. Por suerte el agua estaba un poco por encima de la temperatura corporal, pero a la sensación de llenado se imponía, y la yegua hacia grandes esfuerzos por aguantar todo el líquido adentro de sus tripas, ya la sensación de vergüenza había quedado por rezagada por el esfuerzo y el miedo a vaciarse.

Luego de un tiempo menor que los anteriores, pero que a Keya le pareció infinito, volvió a sentir el tirón en su culo y sus esfínteres se vieron nuevamente vencidos.

- aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

El largo lamento de la yegua reflejaba también el placer del desalojo, y el fuerte chorro de agua casi cristalina fue de a poco disminuyendo su caudal, y el rostro de Keya finalmente se relajaba, aunque sus ojitos permanecían cerrados.

- Buena chica… buena chica… - felicitaba Silvia a la potranquita, luego del esfuerzo realizado. No pocas primerizas habían hecho un enchastre, y si bien lo pagaron con la apertura del último especulo, no era la forma que a Silvia le gustaba trabajar.

Silvia retiro el balde y lo cerró herméticamente. Ya habría tiempo para un mayor orden. Ahora había que aprovechar el ojete relajado de la hembra e introducir el espéculo anal.

- Buena potranca… esta apertura va a ser más lenta así no te lastimo, vas a tener que tener paciencia, esto va a llevar un rato largo, pero vas a ver que el tiempo pasa rápido conmigo.

Cuando Keya sintió la nueva invasión, ya no tenía fuerzas para resistirse. No es que antes lo hubiera hecho, pero era tal el agotamiento físico y sobre todo mental, que no tuvo ni el reflejo de tensarse. Pero eso pronto sucedería…

Silvia sintió la entrega de Keya, y comenzó a abrir el especulo de a poco, pero sin pausa. Prontamente el aparato abrió el ojete de Keya dejándolo bien abierto, y el tornillo volvió a endurecerse, provocando un nuevo dolor en Keya.

- ¡Muy bien! Parece que por acá también estuvo gente! Me gusta este animal, parece cerradito, pero miren como abre. Se nota que tiene pocos meses de uso.

Silvia dejo que su potranca se acostumbrara a esa dilatación, le acariciaba el lomo, le hablaba al oído cosas que los primos no podían escuchar, y cuando lo considero apropiado, volvía a girar el tornillo de ese diabólico aparato. Nuevamente el tornillo y el cuerpo de la yegua volvieron a tensarse, como si fueran uno.

Y nuevamente caricias y secretos sobre el cuerpo de la yegua la fueron destensando. Cuatro veces más se repitió el proceso, cada vez ganando menos terreno, y cuando a la quinta vez Silvia quiso volver a girar el ...