Keya La granja de Silvia. Cap.17 - Relatos Eróticos

Keya La granja de Silvia. Cap.17

... tornillo sucedió lo inevitable

- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy – fue el grito doloroso de Keya

El tornillo no había podido avanzar más de un cuarto de vuelta y el grito de la potranquita señalaba que ese culo había dado todo de sí. No había forma de abrirlo más. Por lo menos no con esos métodos ni a ese ritmo, así que Silvia volvió a retroceder ese cuarto de vuelta, para evitar lesiones.

- Cha channnnnnnnnnnnnnnnnnn ¡Miren lo que es esto! Presento divertida Silvia el culo abierto, a los primos, que también estaban sorprendidos. El ojete de Keya estaba totalmente abierto y los primos podían ver el interior rosado ayudados por la potente luz que entraba por la ventana, justo adonde estaba colocado el banco. Silvia era una perfeccionista y ningún detalle se le escapaba. De hecho todo el evento había sido filmado para que luego Keya pudiera entender lo brutal de esas maniobras.

Los primos se abstuvieron de responder. Su participación en todo esto estaba anulada. Keya solo tenía que sentir a Silvia, cualquier otra distracción hubiera arruinado el tipo de relación que se estaba generando entre animal y ama.

- Y ahora potranquita linda, lo prometido es deuda. Yo soy una mujer de palabra, y es bueno que lo tengas bien presente. Aunque esta vez es para recompensarte como te prometí.

Silvia aflojo el especulo rápidamente, y lo retiro con cuidado del culo de Keya, para acto seguido, introducir su brazo previamente aceitado, hasta la mitad del antebrazo, sin ninguna resistencia por parte de ese culo abierto. Este hecho consumaba la posesión absoluta del animal.

Cuando sintió esa invasión, Keya cerro sus ojos y bajo su cabeza. La señal fue clara para todos. Durante toda la dolorosa dilatación Silvia estuvo hablándole al oído. Al principio empezó prometiendo algo que Keya no creía posible, sin embargo con el transcurso de la sesión, la forma de hablarle, el estiramiento de su culo, las caricias y todo el ambiente, habían trocado esa sensación inicial de incredulidad, por la de una cierta aceptación y luego por la de un malsano placer de sometimiento total. Silvia le prometía cosas nunca antes escuchadas, y toda la habilidad que demostraba en el manejo de su cuerpo había subyugado absolutamente a la bestia. Quizás haya sido una reacción defensiva ante las primera amenazas, pero Keya se sentía como si su voluntad se hubiera licuado, y el hecho de sentir al brazo de Silvia dentro de su culo y recorriendo sus tripas era el summun de esa pérdida. Silvia tenía el poder absoluto sobre su cuerpo entregado, y ese brazo que no se quedaba quieto adentro suyo la enervaba y la reducía, la atemorizaba y la calentaba, y toda esa catarata de sensaciones contradictorias, desembocaron finalmente en que, sin pensarlo dos veces, bajara su cabeza y se declarara invadida y vencida sin ninguna concesión.

- Chicos. Esto no lo intenten en sus casas –informaba Silvia, sabiéndose victoriosa – es muy peligroso hacer esto sin tener ...